Informaciones
Psiquiátricas
2017 - n.º 228
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el lóbulo temporal posterosuperior, respon-
sable de los aspectos receptivos del lengua-
je. Ambas áreas están comunicadas a través
del fascículo arcuado. A partir de esta distri-
bución ya podemos observar que lesiones en
diferentes niveles causarán distintos perfiles
de trastorno del lenguaje.
Sin embargo, ahora sabemos que esta vi-
sión del lenguaje es simplista, y que éste,
como función cognitiva, depende de redes
neuronales que abarcan otras estructuras
tales como partes de las cortezas auditiva,
motora y premotora, las circunvoluciones
angular y supramarginal, y el polo tempo-
ral anterior (para memoria semántica), por
nombrar sólo algunas (ver [1] para revisión).
Valoración clínica
del lenguaje
Los trastornos del lenguaje hablado se de-
nominan disfasias o afasias, mientras que los
trastornos del lenguaje escrito se conocen
como disgrafias/agrafias (escritura) y dis-
lexias/alexias (lectura). Los trastornos del
lenguaje deben distinguirse de otras situa-
ciones clínicas como el mutismo (cuando no
es causado por afasia severa y global),
dis-
prosodia
,
disartria
, y el
trastorno de la forma
del pensamiento
(que se observa en enferme-
dades psiquiátricas graves) entre otras.
En la valoración del lenguaje a la cabece-
ra del paciente se deben considerer varios
aspectos. Primero, el
habla espontánea
,
que se refiere a cómo fluye el lenguaje y a
cómo se comunica la información. Existen
dos grandes tipos de patrón de producción
del habla; el no-fluente y el fluente. El pri-
mero require esfuerzo articulatorio y causa
frecuentes pausas y errores fonológicos (la
sustitución de un fonema en una palabra
por otro incorrecto), pero consigue even-
tualmente comunicar información. El patrón
fluente, en cambio, consiste en un flujo de
habla sin esfuerzo alguno, frecuentes cir-
cunlocuciones, pero con poca comunicación
efectiva de información. En los casos más
severos el habla aparece factualmente vacía.
En segundo lugar, nos interesaremos por
la
capacidad de denominar
(nombrar) ob-
jetos en el ambiente o en dibujos. Seguida-
mente, valoraremos la
capacidad de com-
prensión
de palabras sueltas y de frases
(simples y complejas), y finalmente, si la
persona puede
repetir
palabras y frases. El
poder dar respuesta a estos cuatro aspectos
del lenguaje hablado nos permitirá clasificar
la disfasia. Por ejemplo, un habla no-fluente
con comprensión intacta y repetición y de-
nominación alteradas sugiere una afasia de
Broca [2].
Además del lenguaje hablado, se valora-
rán también con tests simples, la lectura, la
capacidad de deletreo, y la escritura. Final-
mente, se deben explorar la praxis oro-bucal,
la memoria semántica, la función visuo-per-
ceptiva, y la función motora general para
completar la valoración.
Desde el punto de vista clínico podemos
encontrar varias situaciones en las que el pa-
ciente presenta problemas de denominación,
de nombrar objetos. En estas circunstancias
será importante evaluar si el conocimiento
semántico del objeto se halla preservado o
no, ya que esto permitirá la diferenciación
de un problema de memoria semántica, en
el que el conocimiento del objeto se ha per-
dido, de un problema de recuperación léxica
(de palabras) que sugerirá una anomia. La
tercera situación posible ocurre como con-
secuencia de una agnosia visual, en la que
existe una alteración de la habilidad de co-
rrelacionar un perceptor visual con su infor-
mación semántica que permite que su reco-
nocimiento tenga lugar.
AFASIA PROGRESIVA PRIMARIA: ASPECTOS CLÍNICOS Y DIAGNÓSTICOS