INFORMACIONES PSIQUIÁTRICAS 229 - page 20

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Informaciones
Psiquiátricas
2017 - n.º 229
(empowerment) del paciente, término que
se acuñó en la década de los 70 y que alude
a la asunción de un rol activo del paciente,
alejado del modelo paternalista de gestión
de la salud.
Desde este punto de vista, el paciente em-
poderado debe estar debidamente informa-
do, de tal modo que disponga de las nocio-
nes mínimas necesarias para comprender su
trastorno y el tratamiento más conveniente.
Corresponde a los profesionales de la salud
proporcionar los conocimientos y habilida-
des necesarias para que el paciente sea ca-
paz de escoger entre las diferentes opcio-
nes, adaptándonos a las limitaciones antes
señaladas. La colaboración del paciente no
sólo permite personalizar los tratamientos,
sino que aumenta la sensación de control y
seguridad por parte de éste y, por tanto, su
implicación activa.
No debemos perder de vista que la Ley
41/2002 del 14 de noviembre reguladora de
la autonomía del paciente establece precisa-
mente el marco legal en cuanto a la gestión
de la información clínica hacia el paciente.
La pieza clave de esta ley es la información,
que será proporcionada normalmente de for-
ma verbal. Todo paciente habrá de ser in-
formado si así lo desea (teniendo también
el derecho a no serlo), incluso en caso de
incapacidad, siendo necesaria adecuar dicha
información a sus posibilidades de compren-
sión (en este caso, también deberá ser infor-
mado el representante legal del paciente),
viéndose limitado este derecho únicamente
en aquellos casos en los que, por razones ob-
jetivas, el conocimiento del paciente acerca
de su situación pueda perjudicar gravemente
su salud.
El equipo rehabilitador
El equipo rehabilitador debe ser conscien-
te de que el nivel de sobrecarga que sufren
las familias influirá en los actos comunica-
tivos, pero también debe tener en cuenta
que sus propias variables personales pueden
dificultar o favorecer esos mismos actos. Pa-
rece indiscutible que se nos exija a los te-
rapeutas una titulación académica que nos
acredite estar formados de un modo técnico
en nuestro campo, así como actualizar los
conocimientos a través de reciclaje periódi-
co y actividades científicas. Sin embargo, no
se nos exige el mismo nivel de competencia
para saber qué variables personales pueden
estar influyendo en nuestros actos de comu-
nicación. El tener conciencia de que esto es
así nos ayuda a la hora de darnos cuenta
cómo está siendo la relación con las fami-
lias. Los terapeutas debiéramos conocernos
a nosotros mismo, tener cierta capacidad de
introspección, tener conciencia de nuestros
valores, prejuicios, en definitiva cierta ca-
pacidad de insight, para valorarlo ante cual-
quiera de las situaciones con las que vamos a
encontrarnos en nuestra actividad profesio-
nal, y por qué no, personal (11). Si tenemos
claro que los demás nos producen una serie
de emociones y sentimientos, y viceversa,
conociendo cuáles son nuestros procesos in-
ternos podemos producir una serie de efec-
tos positivos solamente con nuestra actitud
en los demás. Y esto que para muchas perso-
nas se produce de forma “natural”, podemos
llegar a aprenderlo a través de la práctica.
En psicología esto es lo que diferencia a
los psicoterapeutas competentes de los no
competentes (12). Por lo tanto, cuando se
produce cualquier situación de desencuentro
o de no entendimiento y nos frustramos con
esa familia o ese paciente, debemos profun-
dizar en la causa de lo sucedido comenzando
Margarita Pascual Darlington / David De Noreña Martínez
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