INFORMACIONES PSIQUIÁTRICAS - INFORME 218 - page 34

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Informaciones
Psiquiátricas
2014 - n.º 218
Alfredo Felices de la Fuente / Mónica Alonso Valcárcel
damos, por eso el profesional ha de adaptar
su lenguaje, favoreciendo así una jerarquía
plana que nos ayudará a conseguir una escu-
cha activa recíproca.
A menudo nos hemos encontrado con usua-
rios que expresan cómo se sienten a través
de una palabra técnica, lo que en nuestra
experiencia dificulta la posibilidad de hablar
sobre el sentimiento real; por ejemplo, un
paciente solía decir “estoy distímico”, un
término con un significado muy concreto.
Un ejemplo clarificador es el caso de un
usuario que llama al centro una hora antes
de su visita con el psicólogo, y le dice que
tiene que contarle una cosa importante: Ha
conocido a una chica. Ya en la entrevista, el
usuario se encuentra nervioso y lo primero
que comenta, mirándose el brazo, es: “Tengo
como purpurina en el brazo”. Él sigue ha-
blando de esa persona que ha conocido en
una actividad, que le dio su teléfono, que se
vieron el fin de semana,… y vuelve a mirarse
el brazo diciendo “hoy tengo como un brillo
en los brazos, en el cuerpo; ¿lo ves?”. En
este caso, en vez de hablar con él desde un
enfoque psicopatológico, hablamos de qué
sentido tenía ese “brillo” para él, centrán-
donos en el síntoma como una expresión de
sentimientos y emociones que le surgían por
la experiencia vivida. Esto permitió obtener
insight
, y, en este caso, la desaparición del
síntoma.
¿Qué supone este proceso
para la red de asistencia?
Construir, ofrecer un nuevo sentido a la
experiencia del usuario lleva un tiempo. Un
tiempo en el que tanto el que escucha como
el que es escuchado comienzan a compartir
un lenguaje, un modo de comunicarse que a
menudo es único. Esto facilita que el usuario
pueda, finalmente, hacer su propia demanda.
Este proceso es, a menudo, largo, y carac-
terizado por un vaivén emocional y conduc-
tual que puede ralentizar la vinculación al
servicio de rehabilitación comunitaria.
Los profesionales facilitan ese tiempo ne-
cesario para vincularse, para confiar, para
que el usuario decida si permite que el SRC
sea parte de su proceso de recuperación; pero
este modo de operar puede entrar en conflic-
to con otros servicios de la red de asistencia
a los que el usuario también acude.
He aquí, pues, el primer conflicto con el
que nos encontramos. Existe la posibilidad
de que desde la red no se entienda esa es-
pera, ese tiempo que el usuario necesita
para hacer una demanda, y nosotros para
investigar sobre el deseo que esa demanda
comunica. El poder conectar con el aquí y
ahora, entendiendo de dónde viene la perso-
na, es lo que facilita que se pueda caminar
con ellos y mostrarles distintos medios para
intentar conseguir sus objetivos. Fuera pre-
cipitaciones. Fuera cambios constantes. Se
intenta mantener la coherencia y constancia,
para así favorecer que el usuario se sienta
seguro durante el periodo de acomodación y
durante su tratamiento.
De alguna manera, el servicio de rehabi-
litación ofrece esas funciones que en mu-
chos casos no se han facilitado en el medio
familiar del usuario. El SRC se convierte en
un espacio que ofrece la posibilidad de recu-
perar lo que se ha perdido, y de obtener lo
que nunca se tuvo: “necesito venir al servi-
cio para saber que tengo un sitio donde ir”
como comentaba aquel usuario que hemos
mencionado antes. Nos referimos a las fun-
ciones emocionales de la familia
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, funciones
que facilitan el crecimiento personal.
Meltzer & Harris afirman que el seno fa-
miliar tiene como objetivos ayudar a la per-
sona a desarrollar una relación de amor, a
fomentar la esperanza, a la contención del
sufrimiento que toda separación conlleva, y
a incitar la capacidad de pensar. Todos los
miembros de la familia, tanto padres como
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