154
Informaciones
Psiquiátricas
2016 - n.º 226
Josep Rovira Guardiola
pueden encontrar en las asociaciones canná-
bicas un espacio en donde reciban asesora-
miento en aras de reducir el consumo o, en
los casos en que se considerara oportuno, la
derivación a un centro especializado de tra-
tamiento.
7. Formar parte de federaciones del
sector:
El despliegue de buenas prácticas y orienta-
ción hacia una mejora de servicios a los aso-
ciados será completado en mayor grado en la
medida de que exista un trabajo de transfe-
rencia y reforzamiento de las praxis a través
de federaciones propias.
8. Establecimiento de normas claras
en la dispensación de productos deri-
vados del cannabis:
Al margen de las cantidades estipuladas de
cannabis que un miembro pueda retirar de
la asociación, se pueden establecer también
líites en la potencia de los productos dispen-
sados.
Una especial mención merecen los extractos
con elevados porcentajes de tetrahidrocanna-
binol (THC), ya que pueden ser especialmen-
te desaconsejables para algunas personas.
Aquí, la formación adecuada del personal de
la asociación evitará la promoción indiscri-
minada de estos productos y corregirá creen-
cias asentadas entre algunas personas con-
sumidoras, del tipo “cuanto más THC, mejor”.
9. Promoción de variedades ricas en
cannabidiol (CBD):
Dado el efecto modulador que ejerce el CBD,
debe promocionarse el cultivo y consumo de
plantas ricas en dicho principio activo para
así reducir algunos efectos secundarios del
THC.
10. Campañas de concienciación para
reducir los daños derivados del dete-
rioro psicomotor y cognitivo produci-
do por cannabis:
Dado que el cannabis puede producir un de-
terioro del rendimiento psicomotor y cogniti-
vo mientras se está bajo sus efectos, desde el
asociacionismo cannábico deben promoverse
campañas de concienciación en relación al
impacto que el consumo de cannabis pue-
de tener en actividades peligrosas como la
conducción de vehículos u otras donde se
requiera el normal rendimiento psicomotor y
cognitivo. Son ejemplos las tareas de estudio
y aprendizaje, los trabajos donde sea necesa-
rio un adecuado nivel de atención y de pro-
cesamiento de la información, o en deportes
o actividades donde se precise mantener un
buen estado psicomotor, etc.
¿Es este un mensaje a la
población “equivocado”
respecto de los riesgos?
Es evidente que no, puesto que nada es
más seguro mientras el mercado permanez-
ca en manos de delincuentes. El consumo de
drogas debe ser principalmente un problema
de salud, no de criminalidad. Ha de avanzarse
según enfoques basados en la evidencia y en
el asesoramiento independiente y científico,
que tienen que sustituir el miedo y los pre-
juicios.
No existe evidencia de que la represión
o criminalización reduzca el consumo ni la
disponibilidad de las sustancias de abuso, y
hallazgos de valoración de las medidas de re-
gulación muestran que estas no contribuyen
a aumentar el consumo ni, especialmente,
la problemática referida al mismo. La regu-
lación sí que limita los efectos indeseables
de la prohibición. Los modelos de regulación
responsable, políticas de salud pública y de
desarrollo comunitario son los que pueden
aportar mayores niveles de eficacia en la dis-
minución de la criminalidad y la problemáti-
ca en torno a las drogas.
