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Informaciones
Psiquiátricas
2020 - n.º
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RNA, el interés ya no se centra en el núme-
ro de genes que diferencia una especie de
otra sino en los muy complejos sistema epi-
genéticos. Y en este punto la singularidad
humana aparece de forma muy interesante.
Sabemos por ejemplo de los complejos pro-
gramas de desarrollo del sistema nervioso y
de sus particulares diferencias entre huma-
nos y otros primates, a través de elegantes
investigaciones celulares en genómica de
organoides cerebrales. (5).
Las trascendencias como
“excesos” mentales
Las trascendencias constituyen experien-
cias de gran interés neuropsicológico en la
medida en que son amalgamas entre pul-
siones, emociones y razonamientos. La ra-
zón no es una prerrogativa autónoma de la
mente humana que pueda erigirse en pieza
independiente. La razón se engarza evoluti-
vamente en un zócalo pulsional y emocional
al margen del cual nunca puede actuar. El
grupo de Okon-Singer ha mostrado la im-
posibilidad de aislar las redes cognitivas y
las redes emocionales que participan en el
conocimiento humano. (6). A. Damasio y su
prestigiosa escuela ha tematizado en nume-
rosas obras el papel central que neurológi-
camente juega la emoción en toda actividad
mental (7). La razón aislada pues no existe,
ni es lo más específicamente humano: le
faltaría la emoción relacional. Siempre te-
nemos razón enraizada evolutivamente en el
zócalo arcaico, considerando lo arcaico con
pleno respeto. Freud, por otra parte había
ya insistido psicológicamente en el tema.
Esto es importante porque lo más caracte-
rístico de la experiencia mental humana no
es la razón sino experiencias en las que ra-
zón, emoción y pulsiones se entremezclan
como aleaciones en las que cada dimensión
guarda sus proporciones, pero conjunta-
mente dan lugar a experiencias originales y
creativas. Esto caracteriza lo que llamamos
trascendencias.
Se trata de “excesos” en la medida en
que superan las necesidades animales de
supervivencia pero son lo más cualitativo
que ha creado la mente humana. Entre estos
excesos cabe destacar tres característicos:
las estéticas, las éticas y las espiritualida-
des y religiones. Los tres responden a una
misma estructura neuropsicológica y pre-
sentan el mismo interés antropológico y
cultural. Su naturaleza neuropsicológica la
constituye una aleación de elementos pul-
sionales (dinámicas sexuales, alimentarias,
defensivas…), acompañadas de resonancias
emocionales gratificantes (relacionadas por
ejemplo con la activación del núcleo
accum-
bens
), y orientadas por elementos intelec-
tuales de razonamiento. Ninguna justifica-
ción podría amparar el menospreciar alguna
de estas dimensiones, aunque a partir de la
Ilustración se ha convenido en ciertos sec-
tores culturales en menospreciar por razones
ideológicas la espiritualidad o la religión.
Las trascendencias se han ido configu-
rando culturalmente en sistemas simbólicos
que condicionan la mente individual en la
medida en que ésta es conformada por aque-
llos en cada momento cultural. Los siste-
mas simbólicos son patrimonio del llamado
“cerebro social” que define los paradigmas
compartidos de cada sociedad en cada mo-
mento histórico. Así, filosofías, estéticas,
éticas, teorías científicas, espiritualidades o
religiones van conformando gran parte de la
mente de los humanos. Es posible que, con
más frecuencia de lo que creemos, nuestro
pensamiento, más que un producto perso-
nal, sea un préstamo que nos hacen los sis-
temas simbólicos de los que dependemos.
Dada la importancia de lo relacional y lo
Ramon M. Nogués