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Informaciones

Psiquiátricas

2019 - n.º

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nes (el cuidado, aislamiento, dependencia,

situaciones de subordinación, falta de pro-

yecto y tiempo propios…), al tiempo que les

resta capacidad de acción y autonomía para

modificar su entorno estresante, además de

la exposición a violencia de género (Orga-

nización Mundial de la Salud, 2001). Y en

parte, debidos a los modelos de transición de

género, por acumulación de roles antiguos y

nuevos, con la consecuente sobrecarga psi-

cosocial (Velasco-Arias, 2008).

En esta misma línea, cabría no olvidar que

la prescripción y consumo de psicofármacos

es significativamente mayor en mujeres que

en hombres, un dato que se mantiene entre

todos los grupos de edad, incluso en ausen-

cia de diagnóstico psiquiátrico (Valls-Llobet,

2011). Esta situación puede responder nue-

vamente a los mandatos de género, pues las

mujeres son socializadas para ser cumplido-

ras

(ir al psiquiatra, tomar el tratamiento,

cumplir las pautas…, etc.)

y sumisas, por lo

que los desajustes y las conductas disrupti-

vas suelen ser menores (Markez et al, 2004).

Al ser menos disruptivas (y cuando lo son

suele haber una mayor condena social) po-

dría existir una menor urgencia o necesidad

de intervención compleja, diferente a los

psicofármacos, como puede ser la derivación

a los recursos de rehabilitación.

Por otro lado, los trastornos mentales co-

munes, -depresión, ansiedad y somatizacio-

nes-, son diagnosticados el doble en mujeres

que en hombres (Astbury, 2001; Valls-Llobet,

2011). No obstante, a este respecto cabría

añadir que puede estar operando nuevamen-

te un sesgo de género, según el cual, deter-

minadas conductas y comportamientos este-

reotipadamente femeninos se patologizan,

sin contextualizar las diferentes exigencias

que encontramos en el entorno según nues-

tro género, las cuales son muy diferentes

(Astbury, 2001; Sánchez, 2013)

El estudio aquí expuesto cuenta con la li-

mitación de que los datos ofrecidos son me-

ramente descriptivos y, además, no se han

tenido en cuenta variables fundamentales

tales como diagnóstico, diferencia de preva-

lencia en cuanto al mismo, edad de inicio

de la enfermedad o factores biológicos, en-

tre otras. Esto, en primer lugar, nos conduce

a la necesidad de hacer estudios de mayor

envergadura de cara a comprobar este as-

pecto y, en segundo lugar, en caso de que

los resultados obtenidos en dichos estudios

confirmaran lo que aquí se puede apreciar

de una forma incipiente, poner en marcha

diferentes estrategias destinadas a disminuir

la brecha de género y, por lo tanto, eliminar

la discriminación que todavía a día de hoy

están sufriendo las mujeres con trastorno

mental grave. Estas estrategias deberán ser

desarrolladas de forma conjunta entre las en-

tidades derivadoras (centros de salud mental

y dispositivos hospitalarios) y las receptoras

(recursos de rehabilitación psicosocial) para

que puedan ser lo más efectivas posible.

Algunas de esas estrategias deberían ser

la formación en perspectiva de género, las

medidas de discriminación positiva hacia

las mujeres en las listas de espera (espe-

cialmente en los recursos de rehabilitación

laboral), y el desarrollo e incorporación de la

perspectiva de género en nuestros procesos

de atención en general, y de rehabilitación

psicosocial en particular: procesos de eva-

luación, programas de intervención, planes

de objetivos, atención a las familias, etc.

(Amores, 2019)

ANÁLISIS DE LA VARIABLE GÉNERO Y SU INFLUENCIA EN LA DERIVACIÓN A LOS RECURSOS

DE ATENCIÓN EN EL ÁMBITO DE LA SALUD MENTAL