Informaciones
Psiquiátricas
2019 - n.º
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•
En definitiva, erradicar la desigualdad im-
perante todavía a día de hoy, tanto en
los espacios privados (reparto de tareas
y cuidados) como en los públicos (brecha
salarial, representación en los órganos di-
rectivos y estamentos de poder…)
Trasladando el análisis a la actualidad y
a la situación de las mujeres con trastorno
mental grave, según un estudio llevado a
cabo en el año 2014 por la Federación de
Euskadi de Asociaciones de Familiares y Per-
sonas con Enfermedad Mental (FEDEAFES),
titulado
Diagnóstico sobre la situación frente
a la igualdad de mujeres y hombres
, conclu-
yen que los servicios y programas dirigidos
directamente a personas con trastorno men-
tal grave atienden al doble de hombres que
de mujeres, persistiendo por lo tanto la dis-
criminación hacia las mujeres con trastorno
mental grave. Las razones que apuntan para
este hecho, y que se complementan en este
análisis, son:
•
El rol tradicional femenino, que responde
al estereotipo de género sobre la mujer,
que la vincula al trabajo doméstico, del
cuidado, y más concretamente al ámbito
privado. El hombre encerrado en casa, en
la esfera doméstica, choca frontalmente
con el estereotipo masculino, que se co-
rresponde con un rol activo, productivo,
proveedor de recursos económicos y asen-
tado en el espacio público y social.
•
El papel de la familia, herramienta esencial
para la socialización de género (Macedo y
García, 2014). La familia reproduce el pa-
trón según el cual es importante proteger
a las mujeres de los peligros y amenazas
que existen para ellas en el espacio pú-
blico, como es la violencia sexual, faci-
litando y promoviendo que se queden en
casa, a su resguardo. Esa cultura de la so-
breprotección a la mujer como solución a
la violencia que sufren las mujeres en la
comunidad es promovida por toda la so-
ciedad cuando se lanzan mensajes de
“ten
cuidado por dónde vas… con quién vas… y
cómo vas”
a las mujeres que han sido víc-
timas de violencia sexual. Esos mensajes
responsabilizan a la víctima, promoviendo
un comportamiento social inhibido y esca-
so. Estas actitudes se refuerzan ante muje-
res más vulnerables, como las mujeres con
trastorno mental grave.
•
Asimismo, el papel de la familia está atra-
vesado por la socialización de género. La
madre ha sido durante mucho tiempo la fi-
gura principal y la responsable de la crian-
za y cuidado de los hijos e hijas (Macedo
y García, 2014). Un cuidado sobre el que
recae el mandato de género de ser madres
sacrificadas, abnegadas y centradas sólo
en el cuidado de la familia, más si cabe,
si hay un hijo/a enfermo/a. Si una ma-
dre no cuida (entendiendo cuidar desde
las formas que impone el mandato de gé-
nero) a sus hijos/as, es probable que sea
penalizada por la sociedad; una falta que
sin embargo no se penaliza con la misma
intensidad en el caso de la figura paterna.
•
El escaso nivel de empoderamiento de las
mujeres, especialmente de las mujeres con
discapacidad y, en particular, de las muje-
res con trastorno mental grave. Esa falta
de autoconciencia de la identidad mujer
les impide ser conscientes de las discrimi-
naciones que sufren por el hecho de serlo y
percibirse como sujeto de derechos.
•
El hecho de que los recursos estén masculi-
nizados puede provocar que estén diseña-
dos para atender un patrón de necesidades
masculino, y que además, si no se incluye
la perspectiva de género, refuerce y perpe-
túe los estereotipos de género y los man-
datos tradicionales (Amores, 2019). Esto
tiene que ver, por ejemplo, con centrarse
en el deporte como actividad de ocio esen-
ANÁLISIS DE LA VARIABLE GÉNERO Y SU INFLUENCIA EN LA DERIVACIÓN A LOS RECURSOS
DE ATENCIÓN EN EL ÁMBITO DE LA SALUD MENTAL