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Informaciones

Psiquiátricas

2019 - n.º

238

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En definitiva, erradicar la desigualdad im-

perante todavía a día de hoy, tanto en

los espacios privados (reparto de tareas

y cuidados) como en los públicos (brecha

salarial, representación en los órganos di-

rectivos y estamentos de poder…)

Trasladando el análisis a la actualidad y

a la situación de las mujeres con trastorno

mental grave, según un estudio llevado a

cabo en el año 2014 por la Federación de

Euskadi de Asociaciones de Familiares y Per-

sonas con Enfermedad Mental (FEDEAFES),

titulado

Diagnóstico sobre la situación frente

a la igualdad de mujeres y hombres

, conclu-

yen que los servicios y programas dirigidos

directamente a personas con trastorno men-

tal grave atienden al doble de hombres que

de mujeres, persistiendo por lo tanto la dis-

criminación hacia las mujeres con trastorno

mental grave. Las razones que apuntan para

este hecho, y que se complementan en este

análisis, son:

El rol tradicional femenino, que responde

al estereotipo de género sobre la mujer,

que la vincula al trabajo doméstico, del

cuidado, y más concretamente al ámbito

privado. El hombre encerrado en casa, en

la esfera doméstica, choca frontalmente

con el estereotipo masculino, que se co-

rresponde con un rol activo, productivo,

proveedor de recursos económicos y asen-

tado en el espacio público y social.

El papel de la familia, herramienta esencial

para la socialización de género (Macedo y

García, 2014). La familia reproduce el pa-

trón según el cual es importante proteger

a las mujeres de los peligros y amenazas

que existen para ellas en el espacio pú-

blico, como es la violencia sexual, faci-

litando y promoviendo que se queden en

casa, a su resguardo. Esa cultura de la so-

breprotección a la mujer como solución a

la violencia que sufren las mujeres en la

comunidad es promovida por toda la so-

ciedad cuando se lanzan mensajes de

“ten

cuidado por dónde vas… con quién vas… y

cómo vas”

a las mujeres que han sido víc-

timas de violencia sexual. Esos mensajes

responsabilizan a la víctima, promoviendo

un comportamiento social inhibido y esca-

so. Estas actitudes se refuerzan ante muje-

res más vulnerables, como las mujeres con

trastorno mental grave.

Asimismo, el papel de la familia está atra-

vesado por la socialización de género. La

madre ha sido durante mucho tiempo la fi-

gura principal y la responsable de la crian-

za y cuidado de los hijos e hijas (Macedo

y García, 2014). Un cuidado sobre el que

recae el mandato de género de ser madres

sacrificadas, abnegadas y centradas sólo

en el cuidado de la familia, más si cabe,

si hay un hijo/a enfermo/a. Si una ma-

dre no cuida (entendiendo cuidar desde

las formas que impone el mandato de gé-

nero) a sus hijos/as, es probable que sea

penalizada por la sociedad; una falta que

sin embargo no se penaliza con la misma

intensidad en el caso de la figura paterna.

El escaso nivel de empoderamiento de las

mujeres, especialmente de las mujeres con

discapacidad y, en particular, de las muje-

res con trastorno mental grave. Esa falta

de autoconciencia de la identidad mujer

les impide ser conscientes de las discrimi-

naciones que sufren por el hecho de serlo y

percibirse como sujeto de derechos.

El hecho de que los recursos estén masculi-

nizados puede provocar que estén diseña-

dos para atender un patrón de necesidades

masculino, y que además, si no se incluye

la perspectiva de género, refuerce y perpe-

túe los estereotipos de género y los man-

datos tradicionales (Amores, 2019). Esto

tiene que ver, por ejemplo, con centrarse

en el deporte como actividad de ocio esen-

ANÁLISIS DE LA VARIABLE GÉNERO Y SU INFLUENCIA EN LA DERIVACIÓN A LOS RECURSOS

DE ATENCIÓN EN EL ÁMBITO DE LA SALUD MENTAL