Informaciones
Psiquiátricas
2019 - n.º
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Introducción
El género es una categoría de análisis de la
realidad al igual que lo es la etnia, la clase
social, el nivel educativo, etc. Los estudios
de género nos proporcionan un modo de aná-
lisis de la realidad basada en esta categoría.
La noción de género surge a partir de la idea
de que lo femenino y lo masculino no son
hechos naturales o biológicos, sino construc-
ciones culturales (Amorós, 1995). El axioma
central de la teoría de género, es que éste
es una construcción social, y que conforma
nuestra identidad y modos de comportamien-
to según unas normas establecidas (manda-
tos de género). El género son por lo tanto,
“todas las obligaciones, comportamientos,
pensamientos, capacidades y hasta carácter
que se ha exigido que tuvieran las mujeres por
ser biológicamente mujeres”
(Varela, 2013).
El término género apareció por primera vez
en 1968, por parte del psicólogo Robert Sto-
ller en sus estudios sobre los trastornos de la
identidad sexual, donde definió la “identidad
de género”. Sin embargo, fue unos quince
años antes cuando lo que entendemos hoy
por género ya fue nombrado y definido por
la filósofa Simone de Beauvoir en su libro E
l
segundo sexo
(1949), quien lo describió así:
“No se nace mujer, llega una a serlo”
. Es a
partir de 1995, durante los trabajos prepara-
torios de la IV Conferencia Mundial sobre las
Mujeres de las Naciones Unidas celebrada en
Pekín cuando el término género se empezó
a usar oficialmente como
“la forma en que
todas las sociedades del mundo determinan
las funciones, actitudes, valores y relaciones
que conciernen al hombre y a la mujer”
(De-
claración de Beijing, 1995)
La perspectiva de género, por tanto, es el
marco teórico que señala que el género es un
constructo social y que existe una relación
de poder entre los géneros, privilegiando al
masculino como grupo social y subordinando
el femenino, y que esa jerarquización tiene
como consecuencias la desigualdad de po-
der, de oportunidades y de derechos (Gamba,
2008). Es el método de análisis social que
ha permitido ver la ocupación del espacio,
en todos los ámbitos, por parte del género
masculino, provocando consciente o incons-
cientemente la invisibilidad y discriminación
del femenino.
No obstante, este enfoque continúa siendo
una asignatura pendiente en el ámbito de
la salud mental. No se cumplen los están-
dares internacionales (Comisión de las Co-
munidades Europeas, 2005) y esto perjudica
la consecución del objetivo de igualdad de
género, condicionando también el efectivo
ejercicio de otros derechos fundamentales de
la persona, en este caso, los derechos de la
mitad de la población, las mujeres (Comisión
Europea, 2008).
A este respecto, destaca por su relevancia
el informe elaborado por Jill Astbury en el
año 2001 a partir de una mesa de trabajo que
tuvo lugar durante 54th World Health Assem-
ble organizada por la Organización Mundial
de la Salud. Dicho informe, denominado
“Di-
ferencias de Género en Salud Mental”
, pone
de manifiesto múltiples problemáticas a este
nivel que, a pesar del tiempo trascurrido des-
de su elaboración, aún siguen encontrándose
a día de hoy. Astbury (2001), en su informe,
señala las siguientes conclusiones:
•
Aunque las tasas de depresión varían no-
tablemente entre países y se encuentran
influidas por factores macrosociales, casi
siempre se informa que la depresión es el
doble en las mujeres en comparación con
los hombres en diversas sociedades y con-
textos sociales.
•
Las diferencias de género que se localizan
en los patrones de ayuda para la búsqueda
de tratamiento junto con claros estereoti-
ANÁLISIS DE LA VARIABLE GÉNERO Y SU INFLUENCIA EN LA DERIVACIÓN A LOS RECURSOS
DE ATENCIÓN EN EL ÁMBITO DE LA SALUD MENTAL