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Informaciones

Psiquiátricas

2018 - n.º

231

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Introducción

La cognición social ha recibido múltiples

definiciones (Wyer, y Skrull, 1994) y pode-

mos entenderla como el conjunto de proce-

sos cognitivos implicados en cómo la gente

piensa sobre ella misma, otras personas, si-

tuaciones sociales e interacciones (Penn et

al, 1997), o como los procesos y funciones

que permiten a la persona entender, actuar

y beneficiarse del mundo interpersonal (Co-

rrigan y Penn, 2001). Estos procesos cogni-

tivos sociales son los implicados en cómo

elaboramos inferencias sobre las intencio-

nes y creencias de otras personas y como

sopesamos factores situacionales sociales

al hacer dichas inferencias (Green et al,

2005). La cognición social no es un con-

cepto unitario ya que consta de diferentes

componentes tales como el procesamiento

emocional, la percepción o conocimiento

social, la teoría de la mente y el estilo atri-

bucional (Rodríguez Sosa y Touriño, 2010).

El procesamiento emocional es la capaci-

dad del individuo para percibir y usar las

diferentes emociones de forma adaptativa

(Green y Horan, 2010). La percepción social

es la capacidad para identificar los roles, re-

glas y contextos sociales, más concretamen-

te serían los procesos perceptivos que di-

rigen la atención a señales relevantes para

interpretar las situaciones sociales (Green y

Horan 2010), procesos que, a su vez, requie-

ren en primer lugar categorizar la conducta

percibida y en segundo lugar valorarla como

debida a estados estables o factores contex-

tuales (Bellack et al, 1996). El estilo atribu-

cional se refiere al hecho de inferir causas

de eventos personales tanto negativos como

positivos (Green y Horan, 2010). Por último,

la teoría de la mente, (término propuesto

por Premack y Woodruff, 1978), consiste en

la capacidad de las personas para atribuir

estados mentales, pensamientos, creencias,

intenciones en los demás y así poder antici-

par sus conductas en función de esa infor-

mación (Green y Horan, 2010).

A partir de la década de los 90 con la pu-

blicación de

«The Cognitive Neurophychology

of Schizophrenia»

(Frith, 1992), la cogni-

ción social se convierte en un área de es-

pecial interés en población diagnosticada

de esquizofrenia, ya que puede explicar los

déficits observados en dicha población en

el funcionamiento psicosocial, además de

suponer un factor predictivo del desarrollo

de la enfermedad.

El proyecto MATRICS (investigación en la

medición y el tratamiento para mejorar la

cognición en la esquizofrenia), iniciativa

que surge en 2002 para generar una bate-

ría de evaluación de funcionamiento cog-

nitivo en población con esquizofrenia la

incluye entre sus áreas a evaluar en 2007

(Green y Nuechterlein, 2004). Desde ese

momento se multiplican los estudios que la

incluyen como una variable mediadora en-

tre el procesamiento neuropsicológico y el

funcionamiento psicosocial de las personas

con esquizofrenia. Por un lado, la comuni-

dad científica busca sustento empírico para

los diferentes componentes de la cognición

social en estudios de neuroimagen dirigi-

dos a encontrar correlatos neurofisiológicos

entre éstos y determinadas áreas cerebra-

les. Por otro lado, se persigue concebir a

la cognición social como un rasgo endofe-

notípico del trastorno pudiendo suponer un

buen factor predictivo del mismo, además

de relacionarla con algunos síntomas de la

esquizofrenia

A pesar de la abundancia de la investi-

gación existen aún cuestiones sin resolver

como la relación que guarda la cognición

social con la neurocognición, y también la

relación que guarda con determinados sín-

LA COGNICIÓN SOCIAL COMO VARIABLE RASGO EN ESQUIZOFRENIA Y SU

RELACIÓN CON EL FUNCIONAMIENTO PSICOSOCIAL