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Informaciones

Psiquiátricas

2020 - n.º

242

FIDMAG informa

(Schaer et al., 2012). La IG se cree que está determinada por facto-

res tempranos que afectan a la maduración del cerebro. Por lo tanto,

las alteraciones en el IG podrían reflejar rasgos de vulnerabilidad

a los trastornos mentales (Razavi et al., 2015). Los estudios de

girificación en esquizofrenia han reportado alternativamente tan-

to disminución como aumento de IG, según lo revisado por White

y Hilgetag (2011). Sin embargo, la disminución del IG ha sido el

hallazgo más replicado en estudios recientes (Nesvag et al., 2014;

Palaniyappan y Liddle, 2012; Matsuda y Ohi, 2018; Palaniyappan et

al., 2011; Palaniyappan y Liddle, 2013). Asimismo, se ha encontrado

una reducción del GI en pacientes con trastorno bipolar en algunos

estudios, junto con cambios progresivos de la girificación cerebral

en diferentes etapas del trastorno (Cao et al., 2017; Penttila et al.,

2009). Por el contrario, también se ha descrito un mayor GI en am-

bos trastornos, con pacientes bipolares psicóticos que muestran un

mayor GI en la corteza cingulada comparado con la esquizofrenia y

sujetos sanos (Nenadic et al., 2015). Por lo tanto, se necesitan más

estudios que proporcionen datos adicionales.

El análisis más exhaustivo de SBM hasta la fecha, en términos de TC,

CV y SA, fue reportado por Rimol et al. (2012). Se analizaron 173

pacientes con esquizofrenia, 139 pacientes con trastorno bipolar y

207 sujetos sanos. Los pacientes con esquizofrenia mostraron una

reducción generalizada del CV impulsada por reducciones de TC y

SA, en comparación con los sujetos sanos. Por el contrario, los pa-

cientes bipolares solo mostraron reducciones de TC en las regiones

frontal, parietal y temporal, pero no hubo diferencias significativas

en CV o AS en comparación con sujetos sanos. Sin embargo, este ha-

llazgo todavía necesita ser replicado teniendo en cuenta el volumen

total del cerebro como un factor de confusión en el análisis, porque

a diferencia de la TC, SA y CV están altamente correlacionados con

el volumen total del cerebro (Winkler et al., 2010). Los perfiles de

las anomalías corticales en la esquizofrenia y el trastorno bipolar,

y hasta qué punto se parecen entre sí, sólo se han estudiado en un

grado limitado.