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Informaciones
Psiquiátricas
2019 - n.º
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Introducción
La intervención social y el Trabajo Social
como profesión que abandera la práctica
asistencial en el ámbito comunitario, desde
su origen mira indiscutiblemente el indivi-
duo-entorno como una dualidad inquebran-
table, ve a la persona en situación, siendo
una profesión que nace junto a otras disci-
plinas y en relación con ellas.
“Todo campo disciplinar requiere de una
reflexión permanente y de una produc-
ción de conocimiento que se satisface a
través de la práctica sistemática de la
tarea investigadora (...) las revisiones
históricas han puesto de manifiesto lo
imbricada que ha estado esta discipli-
na con la investigación social desde su
origen”.
(Marco & Tomás, 2013, pág. 223).
Las barreras estructurales contribuyen a
la permanencia de las desigualdades y a la
exclusión, siendo un hándicap el etiquetado
bajo criterios de raza, clase, idioma, género,
religión, problema de salud, discapacidad,
cultura u orientación sexual.
Ante estas barreras, las disciplinas de
las ciencias sociales, y el Trabajo Social en
particular, busca desarrollar una conciencia
crítica y estrategias de acción que afronten
origen, estructura y consecuencias.
Si buscamos un punto histórico donde el
Estado asume, en un origen la caridad (per-
mitamos la licencia de este término para
contextualizar en el momento histórico que
se describe), quizá tengamos que remontar-
nos a la ruptura Iglesia-Estado en la Inglate-
rra del siglo XVI, desde ahí nos iríamos hasta
la Ley de Pobres isabelina de 1601, con un
marcado reconocimiento de las obligaciones
sociales, saltando hasta 1834 con la “New
Poor Law”, con el desarrollo de las infames
“workhouses” conocidas como las “prisiones
de pobres”. El salto de Inglaterra al nuevo
continente no tarda a través de las nuevas
colonias. Este modelo y evolución se ha po-
dido ir adaptando a diferentes contextos y
territorios a lo largo y ancho del mundo oc-
cidental.
El siglo XIX trae la Revolución Industrial
y el liberalismo económico, que se aleja de
asumir la tutela de los que más lo necesitan.
Todo ello genera un caldo de cultivo don-
de la sociedad civil se comienza a ordenar
y organizar para apoyar, de forma muy pun-
tual e insuficiente, pero comienza a ponerse
en marcha estructuras de altruismo y apoyo
más allá de la organización reivindicativa de
clases, proliferando sociedades filantrópicas
y los individuos caritativos que prestaban
apoyo al necesitado de forma indiscrimina-
da, basada en buenas intenciones y solapa-
miento.
Es ante esto que, en 1868, en Londres,
Henrry Solly propone la unión de distintas
personas para formar una organización más
rigurosa y científica, todo aún en términos
de caridad, que apostara por la coordinación.
Nace en 1869 la Sociedad para la Organiza-
ción de la Ayuda caritativa y la Represión de
la mendicidad.
Es Octavia Hill quien colabora y da el paso
para reformar la organización, pasando a lla-
marse Sociedad de Organización de la Cari-
dad (COS), entidad no asistencial, más bien
organizativa y derivadora de los solicitantes
a las agencias más ajustadas. Este tipo de
trabajos surge en otros lugares como Alema-
nia y Estados Unidos, quedando España ale-
jada de este movimiento, donde el peso de
la Iglesia Católica es cohesionado y fuerte,
asumiendo esas labores de acompañamiento
a los más necesitados.
Carolina Mogollón Rodríguez / Ana.i. Delfa Cantero