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Informaciones

Psiquiátricas

2020 - n.º

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hasta que morimos la vulnerabilidad está

presente en nuestras vidas. Sin embargo, la

vulnerabilidad se hace más evidente cuando

coincide con nuestra dependencia, de la que

hablaremos después más detalladamente.

Además, superada la etapa de la infancia,

en nuestra etapa adulta, y antes de la ve-

jez, también nos encontramos en situacio-

nes y/o etapas de vulnerabilidad, pudiendo

incluso llegar a ser dichas situaciones per-

manentes como, por ejemplo, situaciones de

enfermedad, de debilidad e incluso situacio-

nes emocionales (enamoramiento, duelo…).

El antropólogo Lluís Duch también nos

dice que los seres racionales somos vulnera-

bles porque tenemos conciencia de nuestra

finitud o, dicho simple y llanamente, que

moriremos. Ya no estamos expuestos solo en

momentos determinados y determinantes de

nuestra existencia, sino que Duch sitúa la

vulnerabilidad en la propia esencia del ser

humano, remarcando que esto es lo que nos

hace distintos de los seres no racionales.

Estos, al no saberse finitos, no tienen con-

ciencia de ser vulnerables.

En su

Antropología de la vida cotidiana

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Duch reflexiona sobre las que él denomina

“estructuras de acogida”. Los seres humanos

somos animales simbólicos, esto es, finitos,

vulnerables

, frágiles. Estamos sometidos a

incesantes e inacabables procesos de con-

textualización, porque no podemos eludir la

historia y las historias, porque somos here-

deros de un mundo que no hemos escogido y

porque deseamos lo infinito, porque vivimos

expuestos al azar y a la contingencia… Por

todo esto, necesitamos ser acogidos y reco-

nocidos.

Hemos visto que A. McIntyre relacionaba

dependencia y vulnerabilidad. Y lo hace des-

cribiendo que la auténtica relación humana

integra la dependencia como parte de las

relaciones. Vivimos en medio de redes de

reciprocidad (padres, familia, amigos, pro-

fesores…) que nos han hecho o ayudado a

ser cada vez más independientes. Estas re-

laciones de reciprocidad nos llevan, como

adultos, a reconocer no solo la dependencia,

sino que nos sitúan en deuda con otros. El

reconocimiento de esta dependencia nos lle-

va, así mismo, a reconocer una tarea esen-

cial del ser humano:

el cuidado

. Y también

nos lleva a la consideración afectuosa del

otro, al que cuidamos, como dependiente.

Esta relación con el otro que necesita ser

cuidado, digámoslo así también, esconde un

riesgo o amenaza: la explotación y la ma-

nipulación del otro. Es aquí, precisamente,

donde aparecen de nuevo los conceptos de

abuso y daño.

Tras esta breve reflexión, podríamos reca-

pitular afirmando que todos somos vulne-

rables y además nos sabemos vulnerables,

como seres racionales.

Por otro lado, el profesor J. De la Torre

sitúa la vulnerabilidad como un principio de

la bioética. En su reflexión y visión teológi-

ca de la misma, y siguiendo a MacIntyre, la

relaciona con la misericordia hacia los de-

más. Según él, a través de la misericordia

nos acercamos a los más necesitados. Mi-

ramos más allá de la fealdad con la que ve-

mos la pobreza y la enfermedad, y acabamos

dándoles valor. Aquello que considerábamos

feo, mediante la misericordia lo vemos bello

y bondadoso en los otros, porque en ellos

reconocemos nuestra propia vulnerabilidad.

De la Torre concluye diciendo que tene-

mos cierta vinculación previa con el otro,

ciertas obligaciones con los vulnerables, lo

que hace que un principio evidente de la

ética sea la atención, el cuidado y la pro-

tección al vulnerable, que van más allá de

estereotipos, normativismos, paternalismos

y voluntarismos, más allá del victimismo y

de las heridas.

VULNERABILIDAD Y DISCAPACIDAD INTELECTUAL