Informaciones
Psiquiátricas
2017 - n.º 228
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A modo de conclusión
Lo que nos diferencia de los otros anima-
les es la complejidad de la vida social y re-
lacional. Para cazar o procrear no hace falta
una mente tan compleja. El trastorno men-
tal aparece vinculado a esta vida relacional
y se nutre de síntomas relacionales como la
desconfianza, etc.
Difícilmente se puede sostener que el
trastorno mental y cualquiera de sus mani-
festaciones psicogeriátricas sean una “en-
fermedad” del cerebro. En este sentido es
importante tener en cuenta que el cerebro
tiene las mismas enfermedades médicas que
los demás órganos del cuerpo: infecciones,
traumatismos, degeneraciones, cáncer, acci-
dentes vasculares. De todas ellas conocemos
sus causas: microbios, déficits de inmuni-
dad, agresiones externas, excepto las causas
del trastorno mental. El trastorno mental,
desde el evolucionismo es un suceso tempo-
ral y aparece como dificultad en la integra-
ción y construcción de los funcionamientos
cerebrales y mentales, se da en población
joven cuando finaliza la maduración, entre
los 15 y 25 años. En la vejez, el trastorno
psicogeriátrico es definitivo, no hay tem-
poralidad en los problemas de deterioro y
deconstrucción. Hay una dificultad de in-
tegrar un cerebro que se ha ido haciendo
en 500 millones de años. Ninguna persona
con trastorno mental severo sobreviviría sin
ayuda del grupo (un depresivo que no ob-
tiene recursos o un psicótico que confunde
la realidad).
El ser humano es una parte del cosmos, de
la evolución, interrelacionada con todos los
demás elementos. La cultura occidental es
muy antropocéntrica y el evolucionismo nos
pone en nuestro sitio. No somos tan impor-
tantes, tan superiores como creemos.
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EVOLUCIONISMO Y VEJEZ
