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Este estudio piloto ha sido realizado a lo largo de seis años bajo la dirección del Dr. Josep Solé y Puig en el “Centro dinamic” de Girona.
En una muestra de 30 voluntarios consumidores de cannabis, se observan los rasgos psicológicos asociados al consumo durante un mínimo de 3 meses y en algunos casos hasta un año. Los participantes se comprometen a dejar el consumo durante un mes o más. Se analiza semanalmente su THC1 en orina y se les administra una batería de tests psicométricos semanal y mensualmente. Después de un análisis estadístico de los resultados se observan claras variaciones significativas en los siguientes rasgos psicológicos: la deseabilidad, la puntuación psicopatológica, el bienestar, la ansiedad, la depresión y el grado de dependencia. Y no se observan variaciones significativas asociadas al consumo ni en los rasgos obsesivos, ni en el autoestima en esta muestra. El estudió también muestra un aumento de los rasgos psicopáticos cuanto menor es la edad de inicio del consumo de cannabis.

El objetivo del presente estudio es describir el perfil psicomotor de los pacientes ancianos de los CHH, establecer la asociación del mismo con un conjunto de variables sociodemográficas, estado mental y capacidad funcional, y obtener información relevante para un elaborar un programa de intervención psicomotriz con carácter terapéutico en este ámbito. La muestra es no probabilística, está compuesta por un total de 87 participantes, residentes en cinco CHH y la edad media es de 74.1 años (SD 7.4). La mayoría de pacientes tiene 75 años o más y son mujeres. En general los dominios psicomotores con menor puntuación son el equilibrio estático y dinámico complejo, las praxias, la memoria perceptiva y verbal, y el dominio del tiempo. La comparación entre centros arroja pocas diferencias significativas. La capacidad funcional y el estado mental están muy asociados con la mayoría de los dominios psicomotores estudiados. La población atendida por CHH tiene mayor nivel de deterioro cognitivo y de dependencia funcional e instrumental que la población anciana portuguesa en general (de acuerdo con el estudio de Oliveira et al, 2010). Se recomienda llevar a cabo un estudio adicional para desarrollar un programa de intervención psicomotriz para las personas mayores atendidas por los CHH.

DEMENCIA EN EL ADULTO JOVEN. Jordi Serra-Mestres
Publicación nº 220 [2 trimestre, 2015]

Las demencias en el adulto joven tienen su inicio antes de los 65 años de edad y desde el punto de vista epidemiológico son menos frecuentes que las demencias en los adultos mayores. Los diagnósticos más frecuentes en clínicas especializadas son en primer lugar la enfermedad de Alzheimer, y en segundo lugar la demencia vascular o la demencia frontotemporal según las series. Las demencias en el adulto joven se diferencian de las demencias en los adultos mayores por una serie de aspectos clínicos y asistenciales específicos. Por ejemplo, con debuts con formas clínicas inusuales o diferentes de las de la misma enfermedad en personas mayores, y con una mayor frecuencia de trastornos no-cognitivos que puede llegar hasta el 80% de los casos. Por desgracia, estas demencias tienden a diagnosticarse más tarde que las demencias de inicio tardío. Este retraso diagnóstico se ve facilitado por la falta generalizada de servicios especializados, y por la falta de concienciación en la comunidad médica y en la sociedad en general acerca de estas enfermedades, lo cual contribuye también a un mayor estrés en familiares y cuidadores.

El uso de fármacos antipsicóticos es frecuente en los trastornos psicogeriátricos. Los antipsicóticos son los fármacos que han demostrado mayor eficacia en el tratamiento de la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos del anciano. Sin embargo en otras indicaciones como los síntomas neuropsiquiátricos de la demencia su eficacia es más modesta y los efectos adversos pueden ser graves, incluyendo un aumento de accidentes cerebrovasculares, efectos metabólicos, síntomas extrapiramidales, caídas, empeoramiento cognitivo, arritmias, neumonías y aumento de la mortalidad. En 2004 la FDA (Food and Drugs Administration) advirtió la posible asociación del tratamiento con risperidona y olanzapina y el aumento de accidentes cerebrovasculares. Otras revisiones posteriores demostraron que el riesgo era similar para los antipsicóticos convencionales o clásicos, surgiendo una alerta similar para éstos en 2008. En España la prescripción de antipsicóticos atípicos en personas mayores de 75 años requiere un documento específico o “visado” y muchos de estos antipsicóticos se utilizan fuera de indicación, por ejemplo en los pacientes con demencia. Solamente la risperidona está indicada por la FDA y por la Agencia Española para el uso de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) para el tratamiento de los trastorno de conducta en los pacientes con demencia. Sin embargo otros antipsicóticos atípicos han demostrado eficacia, aunque moderada, para el tratamiento de la agitación o la psicosis en los pacientes con demencia. Estos usos se enmarcan “fuera de indicación”, requieren un protocolo específico y puede ser causa de preocupación para los prescriptores, pacientes, cuidadores y autoridades sanitarias.

Los antipsicóticos son el tratamiento de elección de los síntomas psicóticos en la población anciana. También se emplean para el tratamiento de otros diagnósticos como depresión, trastorno bipolar, ansiedad grave o insomnio. La eficacia entre los distintos antipsicóticos es similar, pero en la población anciana es el perfil de efectos secundarios lo que condiciona la prescripción de un antipsicótico u otro. En este artículo se realiza una puesta al día del empleo de antipsicóticos en ancianos, incidiendo en las diferencias entre antipsicóticos típicos y atípicos, así como entre los distintos antipsicóticos atípicos entre sí. Se han revisado los principales efectos adversos de estos medicamentos en la vejez, enfatizando en los efectos cardio y cerebrovascular tanto en ancianos con enfermedad mental como en ancianos con enfermedades neurodegenerativas.

REHABILITACIÓN DE LA PERCEPCIÓN VISUAL. Carlos Jacas
Publicación nº 220 [2 trimestre, 2015]

La percepción visual es la capacidad de discriminar e interpretar estímulos visuales. En este sentido y en ausencia de problemas de agudeza visual que interfieran en la percepción, la Neuropsicología se encargará de evaluar y rehabilitar aquellas alteraciones que se producen en el proceso de discriminación e interpretación de lo que vemos como resultado de una disfunción cerebral. De éste modo, en el ámbito de la Geriatria, en el que el proceso de envejecimiento normal se producen cambios en distintos aspectos relacionados con la percepción visual y funciones visoespaciales. Es también en ésta etapa de la vida en la que es frecuente la aparición de procesos degenerativos, episodios agudos de tipo vascular o confusional que pueden provocar alteraciones en distintos aspectos relacionados con el proceso de dicha percepción. Ésta presentación la dividiremos en dos parte: Una primera parte en la que introduciremos una revisión de las implicaciones neuroanatómicas y modelos cognitivos del proceso de la percepción visual, las alteraciones y semiología de la percepcíon visual, así como los procesos de daño cerebral que producen habitualmente alteraciones en la percepción visual en el ámbito de la Geriatria. Alteracion tanto en la interpretación de lo que vemos relacionado no solo con la percepción del estímulo, sino del espacio. En ese sentido, podemos tener dificultades no solo en la percepción sino, derivadas de las lesiones que las producen, sino también problemas en la comunicación, debido a que en ocasiones se verá interrumpida la conexión entre el sistema visual y verbal.

Los trastornos cognitivos forman parte de la sintomatología de la enfermedad de Parkinson, son muy frecuentes, heterogéneos y pueden presentarse incluso desde el inicio de la enfermedad. Aunque durante años han recibido poca atención, tanto desde la investigación como desde la práctica clínica, la publicación en 2007 de los criterios de Demencia asociada a la EP y especialmente de Deterioro cognitivo Leve asociado a la EP (DCL-EP) en 2012 ha contribuido a que haya un renovado interés de clínicos y científicos en caracterizar dichos trastornos y en optimizar su tratamiento. Este interés ha hecho que se progrese en pocos años de una manera rápida en esta área. Los datos actuales muestran que es necesario actualizar los criterios de DCL-EP para poder seguir avanzando: requerir una exploración neuropsicológica completa y bien definida, establecer un punto de corte explícito con datos aceptables en sensibilidad y especificidad, y, sobre todo, poder clasificar el DCL-EP en unos subtipos que puedan guiarnos acerca del pronóstico, manejo y tratamiento del paciente.

El objetivo de este trabajo es en primer lugar, exponer la prevalencia de anosognosia en una amplia muestra de pacientes con EA, de forma global y estratificada según gravedad de la demencia. En segundo lugar comparar 2 instrumentos de evaluación de la anosognosia diferentes y, finalmente, analizar la carga asociada a la presencia de anosognosia. El estudio se realizó con pacientes con EA no institucionalizados, la anosognosia se evaluó mediante la Anososgnosia Questionnarie in Dementia (AQ-D; discrepancia cuidador – paciente) y la Experimenter Rating Scale (ERS; evaluación clínica) y la carga de los cuidadores se evaluó mediante la Burden Interview de Zarit (BI). La prevalencia para el global en una muestra de 342 pacientes fue del 46,7% (IC 95%= 42,3-51,8), incrementándose a mayor gravedad de la demencia. La comparación de los instrumentos evidenció diferencias, siendo mayor la prevalencia mediante la AQ-D y debido a la valoración funcional (OR=-0,08; IC 95% 0,855-0,995). Finalmente, la presencia de anosognosia se asoció (r2=0,426) con el incremento de percepción de carga de los cuidadores (βe= 0,346; p<0,001). Estos resultados evidencian la necesidad de continuar analizando las implicaciones de la anosognosia en los pacientes pero también en los cuidadores.

En la última década los avances en neuroimagen estructural y funcional permiten generar unos potenciales biomarcadores de neuroimagen que mejoran la capacidad del clínico para diferenciar ciertas demencias y aumentar su certeza diagnóstica. Reconocen una circunscrita topografía anatómica, en fases iniciales e intermedias, de la afectación estructural o funcional que define y caracteriza a la demencia. Ello posibilita una clasificación topográfica de las demencias dividiéndolas según su localización lesional (difusas, focales o lobares y multifocales) y establecer una relación con el perfil cognitivo del proceso neurodegenerativo. Ciertamente, aunque sólo la evaluación clínica puede llevar a un diagnóstico de demencia, se puede afirmar que las diferentes modalidades de neuroimagen estructural y funcional contribuyen al diagnóstico, pronóstico y comprensión de la patofisiología de las diferentes demencias y es una herramienta de gran valor para el clínico en el diagnóstico diferencial. A la luz de los recientes estudios, se vislumbra un panorama nuevo y más positivo para la neuroimagen en el manejo del diagnóstico pre-sintomático de las demencias, especialmente en la enfermedad de Alzheimer respecto al Deterioro Cognitivo Leve, de su curso clínico evolutivo y de la potencial respuesta terapéutica. El futuro de la neuroimagen, para completar dichos objetivos, implicará la incorporación de nuevas modalidades de estudio en la práctica clínica de rutina y una combinación de biomarcadores. En el presente artículo se revisan diferentes métodos de neuroimagen utilizados para el diagnóstico clínico de las demencias más prevalentes en la actualidad y su relación con el perfil cognitivo que las caracteriza.

En Cataluña, con una población de 7.512.982 habitantes, se ha producido un incremento de la esperanza de vida, en la actualidad de 82,5 años, con una tendencia al envejecimiento de la población. Se trata de un hecho positivo, como consecuencia, en parte, de los avances científicos en medicina, pero que obliga a realizar actuaciones para dar una atención más eficiente a una población que va a vivir más años y la prevalencia de enfermedades crónicas va a ser elevada. En nuestro entorno hay estudios epidemiológicos que han encontrado una prevalencia del 9,6% en las personas de más de 70 años. Los sistemas sanitarios están evolucionando adaptando su funcionamiento a la prevención y atención de la cronicidad. De hecho en Cataluña, a partir del año 1986 se empezó a trabajar con un modelo de atención integral y se crearon estructuras específicas para dar atención a personas mayores con enfermedades crónicas, con enfermedad de Alzheimer y otras demencias, con enfermedades neurodegenerativas y/o con necesidad de cuidados paliativos. Desde entonces hasta la actualidad se han desarrollado diferentes unidades diagnósticas específicas, además de plazas de hospitalización de media y larga estancia psicogeriátricas, y también plazas de hospital de día de psicogeriatría.

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