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Informaciones

Psiquiátricas

2019 - n.º

235

estima que los mayores de 65 años tienen 2,7

veces más riesgo de cometer un intento de

suicidio que los adultos más jóvenes (18-35

años)(18). Estas cifras pueden estar subes-

timadas por el hecho que en el anciano, las

conductas autoliticas indirectas, como nega-

tiva a la ingesta o toma de tratamientos, no

están registradas en la mayoría de estudios o

no se consideran como tentativas.

Las tentativas en el anciano presentan

una alta letalidad por diversos motivos: 1)

las comorbilidades médicas existentes a es-

tas edades; 2)la tasa de soledad con las di-

ficultades para pedir ayuda que conlleva; 3)

la alta letalidad de los métodos utilizados; y,

4)la menor tendencia a comunicar los pensa-

mientos suicidas, sobretodo en los hombres.

Por este motivo, se plantea que las estrate-

gias preventivas de tipo indicadas serían, en

general, menos efectivas en ancianos que en

población más joven, especialmente si nos

guiamos por la presencia de intentos previos,

dado que muchos ancianos, la mayoría hom-

bres, consuman el suicidio al primer inten-

to(19).

Como apuntábamos, el intento de suicidio

es un potente predictor de suicidio y de re-

intento en población general. Un 16% lo in-

tenta otra vez al año, y de un 0.5% a un 2%

llega al suicidio. Además, este riesgo de lle-

gar al suicidio se incrementa con la edad(20,

21). Sin tener las consecuencias evidente-

mente trágicas del suicidio, las tentativas

generan gran sufrimiento, secuelas físicas,

hospitalizaciones, y un gasto sociosanitario

considerable(22).

Las características del grupo de intentos

de suicidio en personas mayores difieren de

los adultos más jóvenes. En la edad avan-

zada, los intentos tienen un mayor nivel de

premeditación, mayor uso de armas de fuego

(EEUU), tendencia a autolesionar la cabeza,

menor diferencia en la proporción hombre/

mujer, coexistencia de más problemas médi-

cos, mayor soledad, presencia o anteceden-

tes de enfermedad mental, y mayor presencia

de enfermedad física como precipitante del

intento(15).

Las razones o motivaciones para intentar

suicidarse son en la mayoría de casos múl-

tiples, aunque es cierto que son comunes en

esta franja de edad. Deseo de “escape”, dolor

físico o problemas somáticos, reducción de

funcionalidad y de autonomía, percepción de

soledad, problemas sociales, conflictos fami-

liares, y una total falta de razones y sentido

para seguir viviendo. La depresión, es uno

de los factores de riesgo más importantes en

las tentativas de suicidio y en el suicidio,

pudiendo ser una consecuencia de las citadas

anteriormente, en cambio, no es un motivo

que se exprese activamente por parte de los

ancianos, y como dijimos mucho menos en

los hombres(23, 24). Todas estas razones, se

convierten en los factores de riesgo más im-

portantes tanto para los intentos de suicidio

como para el suicidio en la edad avanzada(6,

25, 26).

Hasta ahora, la investigación sobre la

conducta suicida tanto en la edad avanzada

como en población general, se ha centrado

especialmente en el estudio de los factores

de riesgo y de protección para poder detec-

tar perfiles con altas probabilidades de sui-

cidio. En muchos casos, la técnica utilizada

es la autopsia psicológica, con los sesgos

que conlleva por su naturaleza retrospecti-

va(27). Por desgracia, los factores de riesgo

más consolidados en la edad avanzada (pre-

sencia de un episodio depresivo, problemas

físicos incapacitantes, duelos…) no ofrecen

una buena especificidad en este grupo eta-

rio. Por ello, en los últimos tiempos, se está

cuestionando la línea y el enfoque de estudio

en el suicidio, sugiriendo la introducción de

técnicas que emplean nuevas tecnologías,

Juan Soriano Barceló / Jose Portes Cruz / Begoña Portela Traba /

Jose Manuel Cornes Iglesias / Julio Brenlla Gonzalez / Raimundo Mateos Álvarez