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Informaciones
Psiquiátricas
2018 - n.º
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Introducción
La atención a personas con trastorno
mental grave (TMG), ha sufrido muchísimos
cambios a lo largo de los últimos cincuenta
años en el mundo. Estos cambios también
se han visto reflejados en el sistema so-
ciosanitario español. Así, actualmente, nos
encontramos lejos del modelo manicomial
donde las personas con enfermedad mental,
suponían una carga o un castigo y hemos
traspasado las fronteras del modelo médico
rehabilitador, donde el problema recae sobre
la persona que ha de ser normalizada y cu-
rada, a través de la atención sanitaria. Nos
encontramos en la era donde el modelo que
impera es el social, que nos habla de que
los motivos que causan la discapacidad se
encuentran en la comunidad, son responsa-
bilidad de todos.
Dentro de este marco social, se observa
una evolución de las normativas vigentes
que inciden en considerar a la persona con
discapacidad, en este caso, con trastorno
mental, como ciudadana de pleno derecho.
En cuanto a la normativa que regula la
discapacidad, encontramos que en la Ley
26/2011 de 1 de agosto, de adaptación nor-
mativa a la convención Internacional sobre
los Derechos de las Personas con Discapaci-
dad y la Convención sobre los Derechos de
las Personas con Discapacidad, en concreto
tienen un mismo nexo en común y este es el
reconocimiento de los siguientes principios:
a)
El respeto de la dignidad inherente, au-
tonomía individual, incluida la libertad
de tomar las propias decisiones y la
independencia de las personas.
b)
La no discriminación.
c)
La participación e inclusión plenas y
efectivas en la sociedad.
d)
El respeto por la diferencia y la acepta-
ción de las personas con discapacidad
como parte de la diversidad y la condi-
ción humanas.
e)
La igualdad de oportunidades.
f)
La accesibilidad.
Estos mismos principios ya fueron reco-
nocidos por la ONU en 1948, con la Decla-
ración Universal de los Derechos Humanos.
Así, podemos observar, cómo los nuevos
modelos de apoyo a la persona con TMG,
también han evolucionado hacia el marco
social y se basan en metodologías como el
empoderamiento, la capacitación y la parti-
cipación activa de las personas en sus pro-
cesos de recuperación.
Cuando hablamos de recuperación, hace-
mos referencia a que la persona con TMG sea
capaz de crear su propio proyecto de vida,
su contexto. Se trata, según los principios
de la recuperación (Geoff et al, 2008), de
construir una vida con sentido, basada en
las capacidades y fortalezas de la persona,
independientemente de sus síntomas. Desde
esta perspectiva, el proceso de recuperación
está estrechamente vinculado con la parti-
cipación social y el desempeño de roles ocu-
pacionales significativos. La familia, amigos
y los grupos de iguales, son clave para el
crecimiento de la persona que experimenta
en primera persona el TMG.
La puesta en marcha de la perspectiva de
la recuperación, hace que las personas se
descubran o se redescubran a lo largo del
proceso. La reflexión y el trabajo personal
de la persona con TMG, sobre aquellos roles
y ocupaciones significativas, constituyen
una pieza clave. Sobre todo, el trabajo y el
desempeño de otros roles productivos, son
el medio más valioso para iniciar los pro-
cesos de recuperación de personas adultas.
Las personas que acuden a los servicios
de recuperación psicosocial, especialmente
a los dispositivos denominados Centros de
Día, presentan un desequilibrio ocupacional
Nuria Santos Bermejo / María Acosta Benito