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Informaciones

Psiquiátricas

2020 - n.º

239

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El diagnóstico diferencial de

depresión puede ser difícil

En primer lugar, importa distinguir de-

presión de otras entidades clínicas como,

por ejemplo, la fragilidad geriátrica o el

delirium

hipoactivo. La fragilidad geriátrica

ocurre en conjunto con síntomas depresivos

con una frecuencia probablemente superior

a 10%. Mientras que la asociación entre de-

presión y fragilidad incidente es robusta en

estudios longitudinales, hay menos eviden-

cia de lo contrario. Por otro lado, la defini-

ción ya clásica de Fried et al. recurre a dos

ítems de la escala CES-D (relacionados con

‘agotamiento’), lo que puede complicar el

diagnóstico diferencial (6). Finalmente, el

delirium

hipoactivo (más frecuente en el an-

ciano y con peor pronóstico) es la forma que

más problemas de diagnóstico diferencial

plantea en lo que concierne la depresión.

Independientemente de eso, el

delirium

es

en general un factor de riesgo para depre-

sión y la depresión un factor de riesgo para

delirium

(7).

En segundo lugar, aunque coexistiendo a

menudo, la depresión y la demencia consti-

tuyen por supuesto diagnósticos nosológi-

cos distintos. Además del diferente balance

de síntomas afectivos y cognitivos, la ac-

titud de los pacientes suele ser diferente,

sobretodo en fases iniciales: negación fre-

cuente de los déficits, falta de preocupación

por la pérdida cognitiva en la demencia (sea

como defensa psicológica o reflejando ano-

sognosia de base orgánica) versus, en lo que

concierne la depresión, sobrevaloración de

los problemas cognitivos, respuestas como

‘no sé’ y/o menor coherencia o variación con

el humor en las exploraciones cognitivas.

Mientras que este diagnóstico diferencial a

veces resulta complicado, Birrer y Vermuri

resumen de manera sencilla algunas pistas

clínicas útiles (8). A propósito, importa

distinguir depresión de un trastorno con-

ductual específico, frecuente en las demen-

cias: la apatía.

Apathya

(‘falta de pasión’)

denominaba, para los estoicos, la libertad

frente a las emociones. En sentido clínico,

suele designar la disminución de iniciativa,

interés o motivación, en cierta relación con

embotamiento afectivo, que persiste al me-

nos cuatro semanas. Se aconseja la amplia

revisión por Godefroy et al. (7). En general,

a pesar de la necesidad de un diagnóstico

diferencial preciso entre depresión y demen-

cia, a menudo las dos condiciones coinciden

en la misma persona, en determinadas oca-

siones.

‘Depresión en la demencia’

La prevalencia de depresión clínicamen-

te significativa es elevada en la demencia.

Muchos estudios concluyen que los datos

son de al menos 20 por ciento, quizá más

elevadas en las formas vasculares, y segura-

mente mucho más si hablamos de síntomas

depresivos sin un diagnóstico nosológico de

depresión (9).

Por supuesto, necesitamos criterios clí-

nicos para diagnosticar la depresión en la

demencia, pero estos no son consensuales.

Olin et al. propusieron criterios menos es-

trictos en comparación con los de la depre-

sión en general (aunque se apeguen en parte

a lo que el DSM defiende como un enfoque

etiológico con respecto a la atribución de

síntomas) (10). También los criterios pro-

visionales para depresión en la enfermedad

de Alzheimer (grupo de trabajo NIMH) no

siguieron fielmente el DSM 5: 1) sólo son

necesarios 3 (o más), y no 5 (o más) crite-

rios; 2) no es necesario que estén presentes

todos los días; 3) se añadieron criterios para

DEPRESIÓN Y DEMENCIA: RELACIONES COMPLEJAS