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Informaciones

Psiquiátricas

2018 - n.º

231

Introducción

La atención a personas con trastorno

mental grave (TMG), ha sufrido muchísimos

cambios a lo largo de los últimos cincuenta

años en el mundo. Estos cambios también

se han visto reflejados en el sistema so-

ciosanitario español. Así, actualmente, nos

encontramos lejos del modelo manicomial

donde las personas con enfermedad mental,

suponían una carga o un castigo y hemos

traspasado las fronteras del modelo médico

rehabilitador, donde el problema recae sobre

la persona que ha de ser normalizada y cu-

rada, a través de la atención sanitaria. Nos

encontramos en la era donde el modelo que

impera es el social, que nos habla de que

los motivos que causan la discapacidad se

encuentran en la comunidad, son responsa-

bilidad de todos.

Dentro de este marco social, se observa

una evolución de las normativas vigentes

que inciden en considerar a la persona con

discapacidad, en este caso, con trastorno

mental, como ciudadana de pleno derecho.

En cuanto a la normativa que regula la

discapacidad, encontramos que en la Ley

26/2011 de 1 de agosto, de adaptación nor-

mativa a la convención Internacional sobre

los Derechos de las Personas con Discapaci-

dad y la Convención sobre los Derechos de

las Personas con Discapacidad, en concreto

tienen un mismo nexo en común y este es el

reconocimiento de los siguientes principios:

a)

El respeto de la dignidad inherente, au-

tonomía individual, incluida la libertad

de tomar las propias decisiones y la

independencia de las personas.

b)

La no discriminación.

c)

La participación e inclusión plenas y

efectivas en la sociedad.

d)

El respeto por la diferencia y la acepta-

ción de las personas con discapacidad

como parte de la diversidad y la condi-

ción humanas.

e)

La igualdad de oportunidades.

f)

La accesibilidad.

Estos mismos principios ya fueron reco-

nocidos por la ONU en 1948, con la Decla-

ración Universal de los Derechos Humanos.

Así, podemos observar, cómo los nuevos

modelos de apoyo a la persona con TMG,

también han evolucionado hacia el marco

social y se basan en metodologías como el

empoderamiento, la capacitación y la parti-

cipación activa de las personas en sus pro-

cesos de recuperación.

Cuando hablamos de recuperación, hace-

mos referencia a que la persona con TMG sea

capaz de crear su propio proyecto de vida,

su contexto. Se trata, según los principios

de la recuperación (Geoff et al, 2008), de

construir una vida con sentido, basada en

las capacidades y fortalezas de la persona,

independientemente de sus síntomas. Desde

esta perspectiva, el proceso de recuperación

está estrechamente vinculado con la parti-

cipación social y el desempeño de roles ocu-

pacionales significativos. La familia, amigos

y los grupos de iguales, son clave para el

crecimiento de la persona que experimenta

en primera persona el TMG.

La puesta en marcha de la perspectiva de

la recuperación, hace que las personas se

descubran o se redescubran a lo largo del

proceso. La reflexión y el trabajo personal

de la persona con TMG, sobre aquellos roles

y ocupaciones significativas, constituyen

una pieza clave. Sobre todo, el trabajo y el

desempeño de otros roles productivos, son

el medio más valioso para iniciar los pro-

cesos de recuperación de personas adultas.

Las personas que acuden a los servicios

de recuperación psicosocial, especialmente

a los dispositivos denominados Centros de

Día, presentan un desequilibrio ocupacional

Nuria Santos Bermejo / María Acosta Benito