INFORMACIONES PSIQUIÁTRICAS 226 - page 70

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Informaciones
Psiquiátricas
2016 - n.º 226
Disfunciones sexuales y
sustancias de abuso
Existen diversos trabajos que estudian la
relación entre cannabis y disfunciones se-
xuales, pero los datos que se pueden extraer
de la investigación empírica son todavía
fragmentados, heterogéneos y muchas veces
contradictorios.
Lo que es bien conocido es que tanto el
alcohol como otras sustancias se han em-
pleado en la esfera erótico-sexual como
facilitadores para excitar, desinhibir o des-
orientar. También está claro que el consumo
de sustancias de abuso constituye un factor
de riesgo para las enfermedades de trans-
misión sexual y los embarazos no deseados.
Otras realidades menos conocidas por la po-
blación debieran ser más tenidas en cuenta.
Por ejemplo, que el consumo de tóxicos se
asocia frecuentemente a disfunción sexual,
pudiendo causar inhibición de la excitación
psicológica y física (erección y lubricación
vaginal) y anorgasmia. En cualquier caso, el
uso de sustancias afecta a la función sexual
a través de los neurotransmisores serotoni-
na (5HT2), noradrenalina (NA) y dopamina
(DA), que modifican hormonas como la tes-
tosterona, los estrógenos y la progesterona,
o por afectación directa de los factores im-
plicados en la respuesta sexual humana. Y
viceversa, es decir, que aquejar disfunción
sexual es un factor de riesgo para los tras-
tornos por uso de sustancias (9, 10, 11). En
la Revista Adicción y Ciencia vol. 2, núm.
2 de 2012,
, está
disponible el artículo “Cómo afectan las di-
ferentes sustancias a la sexualidad”, de F.
Pérez del Río, M. Mestre y F. J. del Río.
El consumo de alcohol de forma crónica,
frecuente y con elevadas ingestas se asocia
a disfunción sexual en un elevado porcenta-
je, mayor del 80%. Predomina la disfunción
eréctil –Shakespeare: “el alcohol provoca
deseo pero frustra la ejecución”-, que pue-
de reducirse con la abstinencia estable. Se
sabe que se debe a afectación directa del
eje hipotalámico-hipofisiario-gonadal. En
mujeres con alcoholismo se ha observado
que más del 60% aquejan disminución del
deseo sexual, anorgasmia y falta de excita-
ción psicológica, y casi la mitad reconocen
falta de lubricación vaginal, vaginismo y
dispareunia (12, 13, 14).
En cuanto a la cocaína, se sabe que se la
valora como un potente afrodisíaco. Los psi-
coestimulantes pueden ayudar a retrasar el
orgasmo y prolongar su duración –Freud: “Ay
de ti princesa mía cuando llegue el fogoso
hombretón que tiene cocaína en el cuer-
po”, de una carta a su futura esposa-, pero
a largo plazo afectan de forma negativa a
la función sexual. Aunque hay consumidores
de cocaína base (crack) que le atribuyen un
aumento del deseo y del orgasmo, la ma-
yoría reconoce deseo sexual disminuido e
incluso anorgasmia (15, 16, 17).
El acto de inyectarse heroína ha sido des-
crito como un “orgasmo farmacógeno” que
tendería a desplazar el orgasmo. Inicialmen-
te el uso de heroína puede mejorar la fun-
ción sexual, especialmente en casos de dis-
pareunia o vaginismo previos o bien en caso
de eyaculación precoz, pero a largo plazo
lo que provoca es anorgasmia y disminución
de la libido, disfunción eréctil y eyacula-
ción retardada. Se debe a que el consumo
crónico de heroína inhibe el eje hipotalámi-
co-hipofisario-gonadal, con el resultado de
hipogonadismo, desgaste muscular y osteo-
porosis. La abstinencia estable es, una vez
más, la condición necesaria para que pueda
restaurarse gradualmente la función sexual
(18, 19, 20).
El LSD (dietilamida del ácido lisérgico),
las anfetaminas y las drogas de síntesis se
Anna Romaguera
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