80 Informaciones Psiquiátricas 2024 - nº 256 Introducción El trastorno bipolar (de ahora en adelante, TB) es una enfermedad crónica y recurrente que se caracteriza por acusadas oscilaciones del estado de ánimo donde se alternan etapas de un humor eutímico (estable) con períodos de euforia (manía/hipomanía), y con frecuencia, también con fases de síntomas depresivos. Algunos de los síntomas que la persona puede experimentar durante las fases de manía o hipomanía (en esta última, con menor intensidad) incluyen un estado de ánimo permanentemente elevado, con sensación de euforia y de autoestima exagerada, pensamiento y lenguaje acelerados, exceso de energía que comporta una disminución de la necesidad de dormir, o la realización de actividades consideradas “de riesgo” (p.e. consumo de sustancias, hipersexualidad, robo, inversiones de grandes cantidades de dinero…). Por otro lado, las fases depresivas se caracterizan por un estado de ánimo decaído, con sentimientos de tristeza, anhedonia, apatía, fatiga, lentitud psicomotora, y tendencia al aislamiento social y abandono de actividades, entre otros síntomas. Tradicionalmente, en función de la presencia o no de episodios maníacos, se ha distinguido entre TB tipo I, con presencia de manía, y TB tipo II, donde no se registran episodios maníacos; como máximo, pueden aparecer períodos de hipomanía1. Otra forma de presentación del trastorno sería la ciclotimia (o trastorno ciclotímico), donde se alternan recurrentemente episodios subclínicos de síntomas depresivos o hipomaníacos. Se estima que los trastornos bipolares presentan, en población española, unas tasas de prevalencia a lo largo de la vida de aproximadamente un 2,4%, siendo ligeramente más común el tipo I (0,6%) frente al tipo II (0,4%)2. Esta prevalencia tiende a variar ligeramente en los diferentes estudios realizados, por ejemplo, en un estudio con población catalana, se sitúa la prevalencia de los trastornos bipolares en Cataluña en 3%3. Referente a la distribución por sexos, no se registran diferencias relevantes para el TB tipo I, pero si para el tipo II, siendo este último 2 veces más frecuente en mujeres 2. En lo referente al impacto que supone padecer un trastorno bipolar, existe acuerdo en la literatura acerca de que constituye una de las principales causas médicas de discapacidad4, puesto que incluso en períodos de eutimia, habiendo superado las fases de depresión y/o euforia, las personas afectadas pueden sufrir todavía las consecuencias de padecer esta enfermedad. Así, aun encontrándose estables, los afectados reportan un impacto significativo en forma de una calidad de vida autopercibida más baja, mayor riesgo de aislamiento social y mayor riesgo de desempleo5. En este sentido es destacable que, en términos de afectación funcional, la sintomatología depresiva parece tener un mayor impacto que los síntomas de manía/euforia, con un detrimento del desempeño laboral, social, y de las relaciones interpersonales6. Teniendo en cuenta las importantes consecuencias derivadas de padecer esta enfermedad, es necesario un tratamiento no solamente orientado al control del síntoma, si no Marcos Orejas Serramo / Anna Serra Mayoral
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