Informaciones Psiquiátricas 2024 - nº 256 45 Justificación En los últimos años, la desregulación emocional se ha identificado como un factor de riesgo importante en el desarrollo de las adicciones. Varios estudios han demostrado el papel clave de ésta en el trastorno por consumo de sustancias (Cooper et al, 1995; Gross, 2002; Kober, 2014). Las investigaciones muestran como los cambios en el tratamiento de la desregulación emocional producen mejoras en la gravedad del consumo. En consecuencia, se sugiere que la mejora de habilidades cognitivas y conductuales como la atención plena, la tolerancia al malestar, las estrategias de regulación emocional, y la disminución de las estrategias de afrontamiento disfuncionales podrían considerarse mecanismos terapéuticos para abordar las características clínicas centrales de los trastornos por consumo de sustancias. Sin embargo, existe una necesidad de comprender más profundamente cómo este proceso interactúa con las diferentes terapias disponibles para tratar las adicciones. Se ha encontrado literatura en línea a esta idea en diferentes modelos de terapias contextuales como sería con el modelo de Terapia Dialectico-Conductual (DBT) (Dimeff y Koerner, 2007; Cavicchiolli et al., 2019; Maffei et al., 2018), la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) (Batten y Hayes, 2005; Hayes et al. 2006) y el programa de Prevención de Recaídas basado en Mindfulness (MBRP) (Bowen et al., 2009; Zgierska et al., 2008; Witkiewitz et al., 2013). En los últimos años, la intervención mediante DBT ha demostrado su eficacia en diferentes trastornos causados por dificultades de desregulación emocional y comportamental, respaldando su eficacia sobre conductas autolesivas, intentos autolíticos, conductas disfuncionales alimentarias, abuso de sustancias, ansiedad y depresión (Linehan et al., 2002, Dimeff y Koerner, 2007; Southward et al., 2022). El objetivo de la DBT se dirige a la intervención sobre la regulación emocional como principal mecanismo de mejora, ayudando al paciente a reducir la desregulación emocional y a construir una vida que valga la pena vivir (Lynch et al., 2006). Algunos autores respaldan su eficacia en el tratamiento de las adicciones y la desregulación emocional subyacente (Azizi et al., 2010; Axelrod et al., 2011). En cuanto a la ACT, múltiples estudios han demostrado su eficacia en el tratamiento del consumo de sustancias (Shorey et al., 2017; Villagrá y González, 2013). El objetivo principal de la ACT es ayudar a las personas a ganar flexibilidad psicológica. De esta manera, los pacientes aprenden a aceptar sus experiencias emocionales y a relacionarse con ellas de una forma más consciente y no mediante el uso de las sustancias (Hayes et al. 2006). Además, debido a su naturaleza transdiagnóstica permite abordar sintomatología comórbida al consumo de sustancias, como por ejemplo la ansiedad y la depresión (Batten y Hayes, 2005, Lejuez et al. 2006). Finalmente, en referencia a la intervención mediante MBPR, se han encontrado investigaciones que analizan su eficacia en el tratamiento de las adicciones. Con esta terapia se consigue aumentar la propia consciencia del paciente, mediante el entrenamiento en meditación, sobre los estados cognitivos, emocionales y físicos que experimenta durante la abstinencia o cuando aparece el deseo de DESREGULACIÓN EMOCIONAL EN EL TRASTORNO POR CONSUMO DE SUSTANCIAS: UNA REVISIÓN BIBLIOGRÁFICA DESDE LA PERSPECTIVA DE LAS TERAPIAS CONTEXTUALES
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