Informaciones Psiquiátricas 2024 - nº 255 63 Se clasifican en antipsicóticos típicos (APG) y atípicos (APS). Los clasificados como típicos tienen en común una alta afinidad por el receptor D2 dopaminérgico, difiriendo entre si por su capacidad de bloquear los receptores de histamina, los alfa 1 adrenérgicos y los muscarínicos/colinérgicos, pero desprovistos de la capacidad para bloquear los receptores serotoninérgicos. Los atípicos se caracterizan por bloquear simultáneamente el receptor dopaminérgico D2 y el 5HT2A serotoninérgico. Este antagonismo serotoninérgico-dopaminérgico puede explicar la «atipicidad» que se representa con una mayor eficacia, aumentando los niveles de dopamina en la corteza prefrontal, una menor tendencia a producir efectos extrapiramidales, mayor acción sobre los efectos negativos además de los positivos y un grado significativamente mayor de eficacia en cuadros resistentes a los antipsicóticos típicos 3. La elección del fármaco para cada paciente es a criterio del médico tratante; desafío importante, donde la evidencia sobre eficacia y seguridad ayuda a elegir el tratamiento óptimo para cada caso. Las principales sociedades científicas de las diferentes especialidades elaboran documentos con las publicaciones de mayor evidencia científica, que son las Guías de Práctica Clínica (GPC) basadas en documentación sólida para la elección más eficiente en los diferentes estadios de una enfermedad. Por tanto, las GPC son unas de las herramientas del sistema de garantía de la calidad en salud que ha demostrado mayores beneficios a clínicos. Las GPC intentan disminuir la incertidumbre del clínico a la hora de la toma de decisiones y dan un nuevo protagonismo a los pacientes, ofreciéndoles la posibilidad de participar de forma más activa e informada en las decisiones que afectan a su salud, directamente con el profesional sanitario en lo referente a su salud. En la actualidad, muchos problemas de calidad asistencial se relacionan con el grado de incertidumbre clínica que acompaña a las decisiones médicas. Dentro de dicha teoría, la discrecionalidad de las decisiones clínicas individuales, o los diferentes estilos de práctica, aparecen como principales responsables de tal incertidumbre. Las principales guías clínicas de práctica clínica en el tratamiento de la esquizofrenia,4,5,6, en referencia a la prescripción farmacológica de antipsicóticos, recomiendan en el primer episodio, el uso de la monoterapia frente a la polifarmacia y el antipsicótico atípico frente al típico. En la segunda línea se mantiene la monoterapia, pero da opciones de introducir el antipsicótico típico ante el fracaso del atípico, o bien cambiar de antipsicótico atípico. Como tercera línea, las guías en general aconsejan la introducción de la clozapina en monoterapia. La clozapina es el único fármaco indicado específicamente para el tratamiento de la esquizofrenia resistente al tratamiento y debe ser considerada como el paso siguiente a considerar para el paciente con una resistencia al tratamiento establecido. Un metaanálisis de los ensayos clínicos aleatorizados confirmó su superioridad en esta población de pacientes en comparación con otros antipsicóticos, tanto de primera como de segunda generación7. ESQUIZOFRENIA Y ANTIPSICOTICOS: MONOTERAPIA O POLIFARMACIA
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