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Informaciones
Psiquiátricas
2015 - n.º 220
Cristina Fernández Vizuete
Introduccion
La estimulación integral consiste en esti-
mular la mente, la movilidad y las activida-
des del día a día relacionadas con la autono-
mía. Una estimulación integral sería la que
estimulara los tres aspectos:
MENTE + CUERPO + ACTIVIDADES
DE LA VIDA DIARIA
El tipo y grado de estimulación ha de ade-
cuarse a la fase de la enfermedad de cada
paciente: fase inicial, fase intermedia o fase
avanzada de la demencia.
La demencia afecta a cada persona de di-
ferente manera.
El impacto depende, mucho, de cómo era
la persona antes de la enfermedad, de su
personalidad, de su condición física o de sus
estilos de vida.
No todas las personas mostrarán todas es-
tas capacidades y síntomas, ya que varían de
una persona a otra. Se utiliza esta división
por fases porque sirve como guía para en-
tender el progreso de la enfermedad, y para
poder elegir el tipo de estimulación que co-
rresponde a cada persona.
La estimulación es esencial como núcleo
de un tratamiento holístico de la persona:
el tratamiento óptimo es aquel que conjuga
el farmacológico y el no farmacológico con
igual cumplimiento y rigurosidad con el ob-
jetivo de paliar/tratar:
Con fármacos:
•
Para ralentizar la enfermedad o disminuir
la incisión/disruptividad que provoca en
el enfermo
•
Para los problemas de comportamiento (si
los hubiera SCPD’s)
Con terapias no farmacológicas:
•
Estimulación mental/ cognitiva
•
Estimulación corporal
•
Estimulación de las actividades cotidianas
•
Manejo de las situaciones difíciles (si las
hubiera)
Demencia y
deambulación errática
La deambulación diurna y la nocturna con-
jugan uno de los síntomas más habituales en
los procesos de demencia.
El anciano con EA tiene la necesidad de
caminar, explorar, buscar en el entorno, lle-
var a cabo determinadas tareas delirantes (ir
a trabajar, ir a buscar a un nieto al colegio o
ver a un hermano), en definitiva también del
mismo modo descargar la tensión y el estrés
que le devuelve un entorno desconocido y
cerrado.
La incapacidad del enfermo para recordar
determinadas ubicaciones, referentes dentro
de ese lugar, repercute en una conducta ex-
ploratoria, de búsqueda incesante, de nece-
sidad de protección y ayuda.
En ocasiones dentro del entorno institu-
cional, el anciano vivencia esta situación
desde el punto de vista de la desorientación,
el aislamiento y el desconocimiento de un
lugar atípico hasta el momento, los deseos
en principio de “volver a casa”, necesita el
contacto con el antiguo lugar, propicia casos
de deambulación y en algunas situaciones la
fuga de la institución o pérdida y desorien-
tación del anciano en el exterior.