Informaciones Psiquiátricas - Primer y segundo trimestres 2009. Número 195-196 Melatonina: Utilidad clínica en el anciano
Ana Adan
Departamento Psiquiatría y Psicobiología Clínica.
Recepción: 24-02-09 / Aceptación: 27-03-09
INTRODUCCION La melatonina (N-acetil-5-metoxitriptamina), hormona producida por la glándula pineal, es la señal bioquímica endógena de oscuridad para nuestro organismo. Ésta se sintetiza en los pinealocitos, siendo liberada al torrente sanguíneo o líquido cefalorraquídeo los cuales posibilitan su acceso y acción sobre muy diversos sistemas de organismo. Si bien la pineal es la responsable de la mayor producción de melatonina del organismo, también se ha evidenciado su síntesis en otros muchos tejidos del organismo, como el tracto digestivo, la retina, el hígado, los riñones, las células inmunes, el páncreas, etc. En el digestivo parece asumir una acción protectora local y de sincronización de los ritmos horarios de comidas, mientras que en la retina participa en la adaptación a la luz-oscuridad y en la protección frente a la presencia de un exceso de radicales libres. La síntesis de melatonina por la glándula pineal presenta un ritmo circadiano evidente, con valores reducidos durante la vigilia y un marcado pico nocturno de-pendiente de la duración del fotoperíodo ambiental. La luz inhibe y la oscuridad promueve dicha síntesis, gracias a que el núcleo supraquiasmático hipotalámico proyecta la información recibida desde la retina a la glándula pineal (Silva et al., 2005). En todas las especies, la pineal posee la característica de trasformar las oscilaciones en la duración e intensidad de iluminación ambiental en variaciones en la tasa de síntesis y secreción de distintas moléculas, pudiéndose destacar la producción de melatonina. Cuando los fotoperíodos son largos —más horas de ilu-minación— la producción de melatonina se realiza más concentrada en el tiempo, mientras que en respuesta a fotoperíodos cortos ésta se prolonga más tiempo y, en consecuencia, los episodios de sueño de mayor duración (Lincoln et al., 2006). La producción de melatonina nocturna se observa ya a los 2-3 primeros meses de vida, si bien es entre el primer y el quinto año de vida cuando su expresión es máxima debido a la maduración de los mecanismos neurales subyacentes. Entre los 15 y 20 años se produce una reducción del 80 % de la síntesis diaria de melatonina, habiéndose relacionado ésta con un papel permisivo de la maduración sexual. Entre los cambios asociados al envejecimiento se observa un descenso considerable de la producción de melatonina nocturna. Ello se produce ya en la década de los 40 y en mayor medida durante la década de los 50. Dicho fenómeno se ha relacionado con la aparición de depósitos de calcio en la pineal que afectan a la funcionalidad secretora de los pinealocitos (Wu & Swaab, 2007). Existe, sin embargo, una elevada variabilidad interindividual en la disminución de melatonina y diversos factores que influyen en ella. A continuación revisaremos las principales funciones biológicas atribuidas a la melatonina con especial énfasis en la posible utilidad clínica en el anciano. Tras una breve mención de la situación legal en la que se encuentra la utilización de melatonina como sustancia terapéutica, destacaremos su relación con determinados trastornos del sueño, en la modulación del sistema inmunológico y como antioxidante en procesos neurodegenerativos e inflamatorios.
SITUACIÓN LEGAL DE LA UTILIZACIÓN DE MELATONINA La Food & Drug Administration (FDA) de EEUU no aprueba el uso de melatonina como fármaco, pero si acepta su venta como suplemento dietético. Ésta ha sido la situación legal también en muchos otros países europeos hasta hace poco, como Suiza, Holanda, Inglaterra, Alemania y Andorra, por citar algunos. Los suplementos dietéticos no se hallan sometidos a controles de calidad y sus fabricantes no deben presentar certificados de pureza. El consumidor puede adquirirlos sin necesidad de indicación ni receta médica, debiendo seleccionar de entre la multiplicidad de ofertas aquella que le parezca más rigurosa. Una mera búsqueda en Internet son permite evidenciar la gran cantidad de productos disponibles, muchos de ellos combinados con pequeñas cantidades de vitamina B6 o B12 (antioxidantes). El coste del tratamiento resulta muy económico, dado que la síntesis en el laboratorio de melatonina es extremadamente fácil y los productores no pueden patentar el producto por tratarse de una sustancia natural. Si se consume melatonina como suplemento dietético se aconseja que sea sintética o de origen vegetal, puesto que la «natural» procede de animales como el caballo o la vaca y puede contener virus o proteínas capaces de causar respuestas inmunitarias en nuestro organismo. La Agencia Europea de Evaluación del Medicamento (EMEA) autorizó la comercialización de la melatonina, en julio de 2007, como fármaco hipnótico para el tratamiento de corta duración del insomnio primario en monoterapia y en personas mayores de 55 años (http://www.emea.europa.eu). Argentina fue pionera hace unos años en la aprobación de la melatonina también como fármaco hipnótico. En España se introdujo en el mercado a finales de 2008 con el nombre comercial de Circadin®, siendo el titular de la autorización de comercialización RAD Neurim Pharmaceuticals EEC Limited y Lundbeck el laboratorio distribuidor. Así, se superó una larga etapa en nuestro país de prohibición del uso de la melatonina por el Ministerio de Sanidad fundamentada en la falta de estudios rigurosos y de larga duración que acreditaran su eficacia. Existen miles de publicaciones científicas sobre las acciones terapéuticas de la melatonina, aunque no promovidas por laboratorios lo que conlleva que no cumplan con los requisitos necesarios para ser consideradas ensayos clínicos precomercialización. Ciertamente suelen incorporar un reducido número de sujetos, los seguimientos temporales tienen una corta duración y, consecuentemente, no se estudia la seguridad del tratamiento a largo plazo. La nueva situación legal en Europa abre las puertas al seguimiento de farmacovigilancia, así como a promover el desarrollo de ensayos clínicos encaminados a la aprobación de nuevas indicaciones en el futuro.
FARMACOLOGÍA DE LA MELATONINA La síntesis endógena de melatonina se produce a partir del precursor inicial triptófano o del propio neurotransmisor serotonina (fig. 1) que puede captarse tanto del líquido cefalorraquídeo como de terminales nerviosas circundantes y ser almacenado en el citoplasma de los pinealocitos. Las vías de administración habituales son la sublingual (dosis bajas; 1-3 mg) debiéndose tomar entre 30 min y una hora antes de acostarse y la oral (dosis elevadas; 5 mg o más) que debe administrarse entre 1-2 horas antes de acostarse. Los comprimidos de Circadin® contienen 2 mg de melatonina de liberación sostenida y, por lo tanto, a pesar de la baja dosis del principio activo que aportan su vía de administración es oral. Se aconseja tomar el comprimido después de haber ingerido algún alimento.
En cuanto a los parámetros de distribución de la melatonina, tomando como referencia los asociados a una administración farmacológica exógena, alcanza la Tmáx. entre 40 minutos y 3 horas —si se ha tomado junto con alimentos—, su biodisponibilidad oscila entre el 15-50 % y presenta una unión a proteínas plasmáticas de alrededor del 60 %. Su vida media se sitúa entre las 3,5-4 horas. El principal lugar de metabolización de la melatonina es el hígado en donde se hidroxila produciéndose el metabolito inactivo 6-hidroximelatonina. Pero también se produce un metabolismo en el sistema nervioso central, del que se origina el metabolito ac-tivo N-acetil-5-metoxiquinuramina. Por último, su excreción es básicamente renal con menos de un 0,5-2% de eliminación sin metabolizar. La seguridad de la melatonina es excelente, ya que no se conoce dosis tóxica a pesar de que se han administrado dosis entre 600 y 3.000 veces superiores a la terapéutica. Si bien cabe ser cauteloso apuntando su toxicidad potencial a dosis muy altas en tratamiento crónico. No se ha descrito abuso, dependencia ni tolerancia a su consumo, pudiéndose interrumpir o finalizar el tratamiento sin pauta de retirada. La utilización de melatonina se halla contraindicada si el paciente sufre trastornos autoinmunes, lupus eritematoso sistémico e hiperprolactinemia de cualquier etiología. Así mismo, se recomiendan precauciones en insuficiencia hepática y/o renal, embarazo y lactancia y en menores de 18 años. Los efectos adversos observados durante el tratamiento con melatonina son poco frecuentes (1/1.000 pacientes) y los porcentajes similares a los obtenidos con placebo. En la mayoría de casos se desarrolla tolerabilidad tras unas semanas de tratamiento y el ajuste a la baja de la dosis resulta en una adecuada estrategia para mantener instaurado el tratamiento. Caso de ser necesaria su retirada, se produce la remisión completa de las molestias sin secuelas. La aparición de somnolencia, mareo, cefalea, cansancio, astenia, hiperhidrosis, sequedad de boca, estreñimiento, dolor abdominal, irritabilidad, nerviosismo, aumento de peso y sueños vívidos aparecen como efectos indeseables más habituales. Son diversos los alimentos que contienen cantidades significativas de melatonina, si bien cubrir una dosis efectiva de melatonina a través de la dieta puede no ser suficiente cuando se requieren dosis elevadas y resulte más práctica su administración en comprimidos. La consideración de alimentos con melatonina en nuestra alimentación si es una estrategia adecuada para la prevención de numerosas patologías asociadas al envejecimiento. En los vegetales la melatonina actúa como hormona del crecimiento, pudiéndose destacar su presencia en cereales (copos de avena, maíz dulce, arroz, cebada), frutas y verduras (cerezas, plátanos, fresas, tomates), algas y vino tinto. Cabe destacar las nueces, con un elevado contenido de melatonina y de ácidos grasos omega-3, especialmente interesantes de introducir en nuestra dieta con una ingesta diaria aconsejada de tres de ellas (Reiter et al., 2005).
TRATAMIENTO DE TRASTORNOS DEL SUEÑO La melatonina participa de forma crucial en la organización de la ritmicidad circadiana y su encarrilamiento con las señales ambientales del ciclo luz-oscuridad, con propiedades hipnóticas —conciliación y mantenimiento del sueño— y de optimización de la calidad de la vigilia (Brzezinski et al., 2005; Wu & Swaab, 2007). Así mismo, la melatonina es la estrategia farmacológica de elección en trastornos del ritmo circadiano por turnos laborales y jet-lag, para el síndrome de avance o retraso de fase del sueño y en personas ciegas o ancianos con problemas para recibir la señal de iluminación ambiental (Barion & Zee, 2007). Dichas acciones se hallan mediadas por el agonismo sobre los receptores melatoninérgicos ML1 y ML2, ampliamente expresados en diversas estructuras del sistema nervioso incluido el núcleo supraquiasmático del hipotálamo o reloj biológico endógeno (Duvocovich, 2007). La reducción de la producción de melatonina endógena correlaciona con detrimentos en la calidad del ciclo sueño-vigilia, pudiendo evidenciarse su déficit mediante una simple analítica de metabolitos en orina. Antes de seleccionar la melatonina como tratamiento hipnótico en individuos de edades entre 30 y 45-50 años es aconsejable efectuar dicha medición, para descartar que el motivo del problema de sueño sea otro (Arendt, 2006) y la consecuente ineficacia del abordaje farmacológico. En EEUU se ha comercializado un hipnótico análogo de la melatonina, el ramelteon (Rozerem®), agonista ML1 y ML2 aunque ningún estudio ha aportado evidencias de que tenga las otras indicaciones terapéuticas de la melatonina que se exponen en los próximos apartados. El empobrecimiento de la calidad del sueño y la afectación de la ritmicidad circadiana contribuyen a la aparición de detrimentos cognitivos, a la afectación del estado de ánimo (irritabilidad, sintomatología ansiosa y/o depresiva, etc.) y de la condición física (cansancio y fatiga). El envejecimiento desde una perspectiva cronobiológica empieza a ser evidente en la década de los 40 y sin ninguna duda en la de los 50. Ello correlaciona con una menor cantidad de sueño y una peor calidad de éste respecto a como se dormía de joven. Cabe destacar el aumento de sueño superficial (fases I y II) y el descenso del sueño profundo, en especial la fase IV de ondas lentas. La selección de melatonina para el tratamiento del insomnio –conciliación y mantenimiento– y de la funcionalidad diurna resulta un abordaje eficaz y más seguro que la utilización de benzodicepinas o análogos benzodiacepínicos. Carece de efectos miorelajantes y de efectos residuales diurnos dada su vida media, aspectos de especial relevancia en ancianos. Si bien en aquellos que tienen experiencia previa con estos fármacos se requiere que el clínico transmita adecuadamente el hecho de que la respuesta no es inmediata sino que presenta una latencia de entre 5 y 20 días tras el inicio del tratamiento. Son múltiples los estudios polisomnográficos que han mostrado que la utilización de melatonina como hipnótico promueve la actividad neuronal vinculada a los distintos estadios sueño, restaurando en la medida de lo posible su citoarquitectura. También existen evidencias de que la melatonina resulta una buena estrategia para la deshabituación de benzodiacepinas, tras 7 o 15 días de su introducción se inicia la reducción de dosis (50 %) cada dos o tres semanas. Además, puede coadministrarse en individuos que requieren tratamiento crónico con fármacos que se conoce reducen los niveles de melatonina endógena, como beta-bloqueantes, benzodiacepinas y AINEs, así como en los pacientes alcohólicos. Los cambios del sueño con la edad se convierten en dramáticos si se evalúan pacientes con enfermedades neurodegenerativas ya en estadios muy iniciales (Magri et al., 2004; Wu & Swabb, 2007). Una de las patologías más estudiadas ha sido la enfermedad de Alzheimer, aunque en estadios avanzados de la enfermedad no se observan beneficios sobre la ritmicidad circadiana del tratamiento con melato-nina, debido al importante descenso de receptores melatoninérgicos en SNC (Wu & Swabb, 2007). También existen evidencias sobre la posible utilidad clínica de la melatonina en la prevención y tratamiento de la osteoporosis (Witt-Enderby et al., 2006; Cutando et al., 2007). La melatonina influye directamente en la osteogénesis, si bien parecen existir otros numerosos mecanismos implicados todavía por definir en futuros estudios. Puesto que la producción de melatonina interactúa con los niveles de estrógenos y de hormona del crecimiento, ambos aspectos pueden resultar mecanismos explicativos de su participación en el metabolismo óseo. Si bien los trabajos en esta línea de investigación se hallan en fase preclínica, los resultados son muy prometedores. La adecuada producción de melatonina participa en muchos otros aspectos conductuales, mediados en algunos casos por su influencia sobre sistemas de neurotransmisión. Así, las diversas funciones de control sobre la excitabilidad cerebral que ejerce la melatonina, mediante la regulación de la actividad de la bomba de sodio y de la neurotransmisión tanto inhibitoria como excitatoria, le confiere utilidad terapéutica como antiepiléptico (Acuña-Castroviejo & Escames, 2006). Recientemente se ha desarrollado un antidepresivo con mecanismo de acción agonista serotoninérgico (5-HT2) y melatoninérgico (ML1 y ML2), la agomelatina (Valdoxan®). Ésta ha resultado eficaz incluso en episodios depresivos graves y con una latencia menor de respuesta a la habitual con fármacos antidepresivos (Hamon & Bourgoin, 2006). Así pues, el agonismo melatoninérgico no sólo parece mediar la sintomatología del sueño asociada a la depresión sino que participa en la eficacia antidepresiva posiblemente por su influencia sobre la regulación serotoninérgica (Acuña-Castroviejo & Escames, 2006). En el futuro fármacos que introduzcan el agonismo melatoninérgico en su perfil receptorial pueden aportar beneficios superiores en pacientes de edad avanzada con cuadros depresivos atípicos o apatía secundaria a patologías neurodegenerativas. Sin embargo, la coadministración de melatonina en pacientes con tratamiento antidepresivo serotoninérgico debe realizarse con cautela, ya que éstos aumentan su concentración. Existe una excepción a la precaución de no utilizar melatonina en menores de 18 años, la alteración circadiana del sueño por patrón irregular en los trastornos del espectro autista (Andersen et al., 2008). Su administración diaria a dosis de 5 mg. permite recuperar la organización del ciclo sueño-vigilia en la mayoría de estos niños (fig. 2). Muchas ancianos con demencia, alteraciones cerebrales difusas, rutinas diarias irregulares o situaciones de dependencia elevada presentan un patrón irregular de sueño parecido al de estos niños, siendo la melatonina un abordaje farmacológico para mejorar en la medida de lo posible la alerta diurna y el episodio nocturno de sueño (Barion & Zee, 2007).
INFLUENCIA SOBRE EL SISTEMA INMUNITARIO Y ACCIÓN ANTICANCERÍGENA La melatonina tiene acción inmunomoduladora, pudiendo estimular el sistema inmunitario y proteger de infecciones virales y bacterianas, así como restaurar inmunodeficiencias secundarias. Esto es, en ausencia de antígenos producidos por agentes invasores la hormona no tiene efecto aparente; en cambio, cuando el sistema está en tensión ayuda a restablecer el equilibrio y a mantenerlo en su nivel de funcionamiento óptimo (Reiter, 2007). Existen estudios que han evidenciado los beneficios de la melatonina en la septicemia de niños recién nacidos, así como una potente capacidad in vitro de reducir el crecimiento bacteriano, en especial sobre los microorganismos gram-negativos (Tekbas et al., 2008). Es de esperar que trabajos futuros profundicen en la posible utilidad como agente antibiótico de la melatonina para su aplicación clínica. La estimulación del sistema inmunitario puede ayudar a los organismos a combatir la proliferación de células cancerígenas en fases iniciales, antes de que puedan reproducirse y propagarse. Además, la melatonina como hormona circundante regula la producción de estrógenos, testosterona y posiblemente otras hormonas que retrasan o impiden el desarrollo de determinados tipos de tumores. Así, niveles elevados de melatonina brindan cierta protección contra la aparición y progresión de cánceres de origen hormonal. Se ha evidenciado en humanos la actividad apoptótica de la melatonina en células tumorales de mama estrógeno-receptor-positivas, de matriz y de próstata (Levi & Madrid, 2006) a dosis fisiológicas. También se ha observado su beneficio en el tratamiento del neuroblastoma, un cáncer pediátrico que suele aparecer en el 96 % de casos antes de los 10 años y que cuando se diagnostica suele ya presentar metástasis. A los 6 días de tratamiento la melatonina muestra una capacidad apoptótica sobre las células cancerígenas del 75 % (García-Santos et al., 2006). En cambio, su utilización en cánceres hematológicos se halla contraindicada. En la actualidad queda todavía por dilucidar el mecanismo de acción antitumoral de la melatonina, pero los buenos datos recabados hasta el momento aportan unas expectativas de intervención futura que obligan a seguir la investigación en este campo. Su administración en mujeres premenopáusicas y menopausicas, bien en combinación con terapia hormonal substitutoria o incluso en monoterapia, puede reducir el riesgo de desarrollar tumores malignos (Witt-Enderby et al., 2006) y los desórdenes hormonales frecuentemente asociados a este período de la vida.
EFECTOS SOBRE EL ESTRÉS OXIDATIVO La melatonina es capaz de ralentizar el envejecimiento mediante su capacidad de disminuir el estrés oxidativo. Éste aumenta en las últimas décadas de la vida y de forma extrema en procesos inflamatorios y en presencia de patologías neurodegenerativas, con independencia de cuál sea el factor causante (Reiter, 2007). El estrés oxidativo consiste en la aparición de radicales libres de oxígeno, moléculas incompletas inestables y propensas a combinarse con otros compuestos alterando su estructura química. Ello puede producir daños permanentes en las unidades celulares e incluso su muerte, constituyendo la causa principal de deterioro celular y de tejidos en el envejecimiento y en patologías neurodegenerativas (Cutando et al., 2007; Jou et al., 2007). Son numerosos los factores promotores de radicales libres, como los rayos ultravioleta, tabaco y alcohol, algunos fármacos anticancerígenos, el ozono, pesticidas, rayos X, etc. Pero entre ellos destacan los propios procesos metabólicos de nuestro organismo. La melatonina se une químicamente a los radicales libres resultando en compuestos sin po-laridad y que pueden ser expulsados del organismo. El estudio del equipo de Walter Pierpaoli en 1991 marcó un antes y un después en este campo de estudio (Bushell 2005 para una revisión). Dichos investigadores alimentaron y criaron a dos grupos de ratones en condiciones idénticas, diferenciándose sólo en la edad: unos eran jóvenes (2-3 meses) y otros mayores (18 meses). Les aplicaron una intervención quirúrgica en la que intercambiaron sus glándulas pineales y al cabo de pocas semanas observaron un proceso de envejecimiento acelerado en los jóvenes y una recuperación en los mayores que llegaron a vivir un 15 % más de tiempo al habitual en su especie. Numerosos trabajos posteriores han sumado evidencia a dicha observación, si bien cabe ser cauteloso en las conclusiones y evitar afirmaciones como que la melatonina es «la panacea de la eterna juventud» o «el milagro que revierte el envejecimiento». La hormona tiene un papel relevante en el proceso de envejecimiento, cuya utilización puede prevenir y paliar las pérdidas asociadas al envejecimiento exitoso y, muy en especial, al patológico (Bondi et al., 2004; Furio et al., 2007). Y sin lugar a dudas, en todos los casos ser un elemento clave en promover la calidad de vida de los individuos. La melatonina es la sustancia conocida hasta el día de hoy con un mayor poder antioxidante, muy superior a la de nootrópicos sintéticos como piracetam o la de las vitaminas C, D y B6 (Bushell, 2005; Adan & Prat, 2007). Ello se debe a que tiene capacidad antioxidante directa al unirse y neutralizar diversos radicales libres de oxígeno (ROS: radical hidroxilo, hidrógeno peroxidasa, óxido nítrico, anion peroxinitrato), pero además promueve otras acciones indirectas de igual o mayor potencia antioxidante (fig. 3). Una de ellas surge del metabolismo en el sistema nervioso central que genera metabolitos activos antioxidantes, entre los que destaca la N-acetil-5-metoxiquinuramina (León et al., 2006). Otra la de ser capaz de modificar la actividad y expresión génica de los enzimas antioxidantes endógenos al alza (catalasa, glutatión peroxidasa, glutatión reductasa y superóxido dismutasa) y de enzimas prooxidantes a la baja. Entre éstas últimas cabe destacar la óxido-nítrico-sintasa, productora de óxido nítrico mitocondrial y asociado a la excitotoxidad (Acuña-Castroviejo & Escames, 2006; Hardeland, 2006; Rosen et al., 2006).
La administración de melatonina en monoterapia se ha mostrado útil en la prevención de las pérdidas asociadas al envejecimiento exitoso y el desarrollo de patologías neurodegenerativas. La enfermedad de Alzheimer y el Parkinson son las patologías que han suscitado mayor interés (Pappolla et al., 1997; Bondy et al., 2004; Lahiri et al., 2005, Acuña-Castroviejo & Escames, 2006). Existe la constatación de que en las demencias, con independencia de su origen, se reduce la producción de melatonina en asociación con la severidad de la patología (Wu & Swabb, 2005) y se exacerba el estrés oxidativo de forma extremadamente peligrosa (Jou et al., 2007). Un interesante estudio con una muestra de centenarios mostró como dichos sujetos mantienen la capacidad de producir picos nocturnos significativos de melatonina (Magri et al., 2004), por lo que se ha apuntado la posibilidad de considerar el ritmo de melatonina como marcador de la edad biológica y el estatus de salud (Pierpaoli & Bulian, 2005). En cuanto a la utilización de melatonina como tratamiento tras diagnosticarse la demencia, ésta resulta especialmente útil en fases iniciales en las que ya se observa una afectación severa de la actividad de la pineal (Wu & Swaab, 2005; Reiter, 2007). Ello permite reactivar la ritmicidad circadiana y prevenir tanto los déficits cognitivos como la sintomatología neuropsiquiátrica asociados al avance de la enfermedad (Furio et al., 2007). La introducción de dosis iniciales elevadas —entre 5-20 mg— parece promover una respuesta superior, si bien el protocolo actual de tratamiento haría aconsejable su coadministración con otros tratamientos psicofarmacológicos y/o neuropsicológicos específicos según el tipo de patología neurodegenerativa. Aunque son diversos los trabajos que apelan a la necesidad de estudios con más sujetos y de mayor duración para obtener una sólida evidencia científica de su uso, cabe precisar que ello puede también criticarse a fármacos comercializados como los acetilcolinesterásicos o la memantina. Así pues, en la situación actual subyacen sin duda otros factores vinculados a intereses comerciales que, como se ha apuntado, esperamos se solventen tras la comercialización en Europa de la melatonina. Entre sus indicaciones potenciales también se halla la prevención del daño neurológico post-traumático y post-quirúrgico (Kucukakin et al., 2008) administrada a dosis elevadas y mejor cuanto más rápidamente se paute tras el evento. Su acción antioxidante le confiere utilidad como terapia coadyuvante en pacientes sometidos a quimioterapia (Levi & Madrid, 2006; Reiter, 2007; Dziegiel et al., 2008). Italia ha sido pionera en su utilización como desintoxicante, con muy buenos resultados que deberían tenerse en cuenta dado el excelente perfil de seguridad de la melatonina respecto a otros abordajes —como el cannabis— que se están evaluando actualmente. Además, su capacidad de estimulación del sistema inmunológico adquiere especial importancia en estas circunstancias, habiéndose demostrado acciones hematopoyéticas tras la administración de quimioterapia y sinérgica con IL-2 (Lissoni et al., 2008). También se ha evidenciado su efecto protector en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares (Reiter et al., 2005; Reiter, 2007), siendo capaz de reducir la hipertensión esencial (Witt-Enderby et al., 2006) y la cardiotoxicidad que pueden inducir diversos fármacos (Tengattini et al., 2008). Entre los tratamientos potencialmente cardiotóxicos podemos mencionar las agentes de quimioterapia en oncología (dexorubicina, cisplatina, etc.) y la ciclosporina A de uso frecuente en patologías autoinmunes y para evitar rechazos tras trasplantes. Pero también otros fármacos más comunes, como el hierro y la herotropoyetina usuales en el abordaje de la anemia o algunos antiepilépticos y antipsicóticos, tienen entre sus efectos secundarios la posibilidad de dañar células cardíacas siendo los ancianos más vulnerables a ello.
CONCLUSIÓN Si nuestro organismo produce insuficiente cantidad de melatonina nocturna, tomar medidas no farmacológicas para promover la actividad adecuada de la glándula pineal es la primera opción a considerar. Así, el manejo de factores exógenos o ambientales como exponerse durante tiempo suficiente a la luz natural, adoptar hábitos adecuados de alimentación, sueño y actividad física, procurar desarrollar relaciones sociales y actividades cognitivas puede resultar suficiente. Sin embargo, determinadas circunstancias patológicas y el envejecimiento conllevan descensos severos en la producción de melatonina no compensables mediante las estrategias comentadas. En estos casos, la instauración de un tratamiento con melatonina a la dosis determinada por el prescriptor puede ser muy beneficiosa, revirtiendo en una mejor calidad de vida de los individuos y muy en especial en las últimas décadas del ciclo vital. Cabe además destacar el excelente perfil de seguridad que presenta la hormona, lo que le confiere un valor añadido para tratamientos a largo plazo y en poblaciones especiales.
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