Informaciones Psiquiátricas - Segundo y Tercer trimestres 2001. Número 164-165

Descripción de un dispositivo residencial de disminuidos psíquicos.
Una asistencia basada en la calidad

Carmen Vargas Vargas
Psicóloga Coordinadora.
Dunia Montalvo Pérez
Psicóloga.
Encarna Toledo Muñoz
Trabajadora Social.
Mª Dolores Castillo Nadales
Maestra de Educación Especial.
Benito Menni, Complejo Asistencial en Salud Mental.

RESUMEN

En Benito Menni C.A.S.M. existe un dispositivo residencial que atiende a personas con retraso mental (RM), esta población cuenta con un largo periodo de permanencia en el Centro. Nuestra labor asistencial está basada en un modelo psicopedagógico que ha ido pasando desde una aplicación predominantemente grupal a una línea de atención individual donde prima la intervención personalizada. Ello ha contribuido a fomentar mejoras de calidad, cuyas directrices nos introducen en una dinámica que imprime mejoras sustanciales en los procesos de atención. Describiremos las características del dispositivo haciéndonos planteamientos de mejora y perspectivas de futuro que hagan frente a las necesidades sociales de la población con RM que envejece.

Palabras clave: Retraso mental/calidad asistencial/disminuidos psíquicos/envejecimiento.

ABSTRACT

Benito Menni CASM posess a residential network aimed to mental retarded (MR) patients. In the recent years, our psychopedagogical model has switched from a groupal-oriented to a individual-oriented assitance with a personal intervention. These modifications have contributed to a better quality and a substantial improvement of the assistential processes. In the pressent study the residential network characteristics are described, together with future perspectives aimed to social necessities of the aging mental retarded patients.

Key Words: Mental retarded patients, assistencial quality, aging.

MARCO TEÓRICO Y CONCEPTUAL DEL RETRASO MENTAL

La concepción del retraso mental ha pasado por distintas etapas o tendencias históricas hasta llegar a la definición que la Asociación Americana para el Retraso Mental (A.A.M.R.), en su novena edición de 1992 propone, situándola en la vanguardia del cambio e innovación, e identificando el camino a seguir en el futuro:

«retraso mental hace referencia a limitaciones sustanciales en el funcionamiento actual. Se caracteriza por un funcionamiento intelectual significativamente inferior a la media (CI de 70-75 o inferior), que generalmente coexiste junto a limitaciones en dos o más áreas de habilidades de adaptación: comunicación, autocuidado, vida en el hogar, habilidades sociales, utilización de la comunidad, autodirección, salud y seguridad, habilidades académicas funcionales, tiempo libre y trabajo. El RM se ha de manifestar antes de los 18 años de edad» (Luckasson y cols., 1992)1.

En esta definición se resaltan los tres factores que suponen un cambio en la concepción sobre el retraso mental, el primero es donde se enfatiza el ambiente frente al individuo, el segundo explicita que se deben producir limitaciones significativas en dos o más áreas de la conducta adaptativa y por último se clasifican necesidades de apoyo y no tipo de individuos (figura 1).

EVOLUCIÓN HISTÓRICA DEL DISPOSITIVO ASISTENCIAL

Históricamente los disminuidos psíquicos ingresaban en Instituciones psiquiátricas, hasta que los movimientos asociativos y profesionales promovieron la creación de Centros específicos, ello se ve reflejado en las leyes y decretos que iban apareciendo. De este modo, la Constitución Española2 en el año 1978 establece en su artículo 49 la obligación de los poderes públicos de llevar a cabo una política de prevención, tratamiento, rehabilitación e integración de los disminuidos físicos, psíquicos y sensoriales, a los que se prestará la atención especializada que requieran amparándolos para el disfrute de los derechos que poseen todos los ciudadanos.

Posteriormente, en el año 1982 la Ley de Integración Social de los Disminuidos Psíquicos (LISMI)3, define los derechos de éstos reconocidos por la Constitución Española que se traducen en los principios básicos de: Integración, Normalización, Individualización y Sectorización.

En la década de los 90 se inician, de forma decidida, cambios importantes en la atención de estas personas, a esta nueva actitud han contribuido de forma importante dos hechos: la asunción generalizada de las implicaciones del concepto de retraso mental según la definición propuesta por la American Association on Mental Retardation (A.A.M.R., 1992) y las dimensiones de calidad de vida que propone Schalock (1994)4.

Desde hace más de 20 años, no se realizan ingresos en el servicio, por lo que la atención se ha centrado en mejorar la asistencia en armonía con los modelos de atención vigentes. Es en el año 1987 cuando se produce un cambio importante, al pasar del modelo médico-asistencial al psicopedagógico en consonancia con la visión que desde la sociedad y la comunidad se va implantando. El equipo se configura de forma multidisciplinar.

Poco a poco y sobre el modelo psicoeducativo se van reorganizando las Unidades por criterios diagnósticos ofreciendo una asistencia específica e individualizada, paralelamente se reforman y adaptan los espacios a sus necesidades.

Posteriormente y más próximo a nuestra realidad se consolida el modelo asistencial, basado en una atención integral desde los distintos ámbitos profesionales (psicológico, social, médico, educativo, y de enfermería), que forman el equipo interdisciplinar. Dicho modelo se inspira en el abordaje global de la persona, es decir que desarrolla medidas en cada uno de los ámbitos de atención o lo que es lo mismo, ofrece soporte en los aspectos físico, psíquico y social.

DESCRIPCIÓN DE LA SITUACIÓN ACTUAL

El dispositivo de disminuidos psíquicos está constituido por tres Unidades residenciales que acogen a personas con retraso mental, todas ellas de sexo femenino.

Las tres Unidades se encuentran ubicadas en un espacio físico diferenciado del resto de dispositivos del Centro, con servicios propios como son: bar, jardín, teléfono público, salas específicas de actividades, gimnasio, sala de visitas y accesos independientes. También disponen de servicios de interconsulta como son: medicina interna, otorrinolaringología, podólogo y dentista.

Cada una de las Unidades está organizada en función del nivel de dependencia y del grado de retraso mental, de tal modo que la primera de ellas consta de un menor número de residentes que poseen el mayor grado de dependencia por sus graves afectaciones sensorio-motrices. La segunda acoge principalmente a personas con retraso mental grave-profundo y nivel de dependencia medio-alto. Finalmente la tercera, agrupa a las residentes de mayor edad y con un grado de retraso mental leve-moderado predominantemente.

El perfil de usuario en estos momentos es de personas adultas de larga estancia y su composición familiar es la siguiente (véase tabla I y gráfico I):

Padres

Suponen el 29% del Área, siendo en general, personas de edad avanzada que buscan en el Centro, un lugar donde atiendan a su familiar y lo asuman cuando ellos falten. La relación con el personal del Centro suele ser de colaboración.

A nivel comparativo entre Unidades, se observa en relación al porcentaje, que los padres ocupan el segundo lugar, excepto en la Unidad de alta dependencia que se sitúan en el tercero. Esto quiere decir que los padres ya no son el grado de parentesco mayoritario en ninguna de las tres Unidades, dejando paso a los hermanos como principales responsables.

Hermanos

Constituyen el porcentaje más elevado, con un 39% del total del Área. En su mayoría casados y con hijos, éstos se han visto obligados a asumir la responsabilidad heredada de sus progenitores.

Otros

Este grupo está integrado por familiares no directos (primos, tíos, sobrinos, etc.) o amigos de los padres fallecidos.

Sin familia ni allegados

Suponen el 25% del Área, representan casi la cuarta parte de la población. Las funciones de la familia en este caso, son asumidas por la Institución.

El equipo lo constituyen los siguientes profesionales: Coordinadora, Psicólogas, Trabajadora Social, Educadora, Médico psiquiatra y Médico de familia consultivos, Enfermeras y Auxiliares de clínica.

La función de coordinación es asumida por un psicólogo en una doble vertiente: interna al servicio promoviendo e integrando las aportaciones de los diferentes profesionales e intentando establecer un plan de actuación común; y externa al mismo, como nexo o enlace con la dirección del Centro.

El psicólogo funciona como responsable técnico de cada unidad buscando obtener la mejor conservación posible de las capacidades aún existentes, fomentando el desarrollo de nuevos aprendizajes y evitando posibles deterioros; participa activamente en los procesos de movilización de residentes, realiza un seguimiento psicoterapéutico a las personas que padecen una patología mental añadida, supervisa y asesora de forma continuada el programa psicoeducativo y finalmente participa en diferentes programas extrahospitalarios.

La trabajadora social fomenta el trabajo con familias para hacerles descubrir y potenciar su propia capacidad de ofrecer el soporte a la persona con disminución psíquica. La implicación de la familia es muy importante para obtener la máxima eficacia terapéutica. Además, ofrece y soluciona las diferentes necesidades sociales de las residentes. Trabaja la integración de estas personas en la comunidad, a través de programas concretos, así como su inserción en los recursos rehabilitadores para que desarrollen la mayor autonomía posible. Organiza salidas, excursiones y colonias que promueven su movilización.

La educadora, una maestra de educación especial, elabora y aplica un programa de actividades en las que fomenta las diferentes áreas: lenguaje y comunicación, lógico-matemática, perceptivo-cognitiva, psicomotriz y de socialización.

Recientemente, se ha puesto en funcionamiento un dispositivo de convalecencia, ubicado en la Unidad de alta dependencia. Dicho servicio acoge a aquellas residentes con problemas orgánicos graves y deficiencias funcionales que requieren un control intenso por parte de enfermería. Se atienden los procesos somáticos importantes así como se proporcionan los cuidados paliativos i/o intensivos que requieren debidos a afecciones orgánicas de base. Esto último, unido al envejecimiento paulatino de esta población y la consiguiente aparición de patologías orgánicas, ha requerido la incorporación de un médico de familia que presta atención al Área. La función del mismo, es ofrecer la atención médica en patologías agudas, seguimiento de procesos crónicos o prevención de la enfermedad, colaborando para ello con los diferentes especialistas del Centro o de fuera del mismo.

El médico-psiquiatra, actúa como consultor, revisando y abordando la psicopatología asociada al retraso mental que precise su intervención.

Las actuaciones de enfermería basadas en objetivos y directrices propias de su ámbito y comunes a las distintas disciplinas, promueven los cuidados necesarios y específicos que precisa su estado de salud, además de potenciar la máxima autonomía de la persona atendida.

Dentro del programa psicoeducativo la aceptación del programa se detalla en la tabla II, la cual recoge las actividades psicoeducativas y habilitadoras con su porcentaje de participación. En la tabla III se incluyen las salidas de las residentes durante el transcurso de los tres últimos años.

Las actividades del programa que obtienen una mayor participación son las asambleas y las sesiones de Refuerzo de los procesos cognitivos, seguido de los hábitos de autonomía personal. Estas actividades tienen una duración correspondiente al curso académico. En periodos vacacionales se realiza un programa específico en el que cobra mayor relevancia los aspectos lúdicos de ocio y tiempo libre.

ANÁLISIS DE LA REALIDAD ASISTENCIAL

En la identificación del proceso de atención que analiza la realidad asistencial, en estos momentos el eje fundamental se centra en ofrecer una atención integral y de calidad a la persona. La calidad de vida es un concepto multidimensional, que abarca no sólo todos los aspectos de la vida (social, físico, emocional y espiritual) sino también estándares culturalmente normativos, así como las necesidades, deseos, experiencias y aspiraciones del individuo. «La calidad no es tanto una entidad física y objetiva, sino subjetiva y construida, o lo que es lo mismo, tributaria de los sistemas de creencias, valores y juicios desde los que los individuos, grupos y colectivos sociales la definen y en los que se apoyan para atribuirla». (González M. 2000)5. Los derechos fundamentales de la persona son valores básicos e intrínsecamente unidos a este concepto de calidad de vida, proyectándose, de este modo, en la calidad asistencial.

«Las alternativas residenciales para las personas con retraso mental constituyen un reflejo de los pensamientos, creencias, recursos y tecnología que una sociedad asocia a las condiciones de discapacidad» (M. A. Verdugo, 1995)6.

La nueva concepción de retraso mental propugnada por la Asociación Americana para el Retraso Mental, promueve un cambio de paradigma en el que se enfatiza el ambiente frente al individuo, por lo que el retraso mental es expresión de la interacción entre la persona con un funcionamiento intelectual limitado y el entorno. Por ello, la clasificación estará en función del tipo e intensidad de los apoyos que requieren, esta definición responde más a las necesidades prácticas de planificación e intervención.

La asistencia basada en una atención integral, es decir que da respuesta a todas las necesidades de la persona (físicas, emocionales, sociales y espirituales), promociona la autonomía de ésta y su integración en la comunidad.

El elemento práctico para llevar a cabo este modelo de atención es, por una parte el trabajo en equipo con la práctica real de la interdisciplinariedad, es decir, el desarrollo de medidas y actitudes que favorecen el estímulo, soporte y comunicación entre todos los miembros del equipo. Esto permite a los profesionales compartir experiencias y enriquecerse de diferentes posiciones y trayectorias, resolviendo múltiples problemas a través de una asistencia globalizada. Y por otra parte, el segundo elemento es la implicación social como valor esencial que promueve su participación en la comunidad (figura 2).

La promoción de la asistencia personalizada es una meta que durante los tres últimos años hemos enfatizado, prueba de ello lo constituyen los métodos de evaluación periódicos que venimos efectuando y que se caracterizan por una aplicación individualizada. El Inventario para la Planificación de Servicios y la Programación Individual (ICAP) de Delfín Montero (1993)8 nos permite medir el grado de dependencia de cada residente así como su evolución a lo largo del tiempo. En esta línea, hemos comenzado por elaborar planes de actuación individual que se trabajan en equipo; aunque somos conscientes del camino que nos queda por recorrer hasta elaborar dichos programas de una forma generalizada. Las actividades psicopedagógicas han pasado a aplicarse a grupos reducidos con un máximo de 6 personas en cada uno de ellos; así como se han aumentado el número de actividades individuales.

En el área de actividades formativas hemos iniciado una serie de cursos específicos dirigidos al personal de enfermería que actualizan los conocimientos teóricos y técnicos que favorecen la calidad asistencial. Además de esta formación que se imparte en el Centro, se hace difusión de otros cursos organizados por otras entidades.

Gracias a nuestra participación en las distintas comisiones y grupos de trabajo organizadas en el Centro por la dirección médica hemos hecho viables actuaciones concretas entre las cuales queremos detallar las siguientes:

  • Comisión de atención al usuario en la que mediante la promoción de las encuestas de satisfacción, que ciertamente constituyen uno de los métodos más idóneos de legitimización de la atención dirigida a los usuarios, y concretamente en el último bienio, se vienen realizando en el Área de forma sistemática y continuada. Con esta metodología de trabajo podemos someter a evaluación contínua nuestro servicio desde la perspectiva del usuario y su familia.
  • Comisión de calidad en la que con nuestra participación hemos trazado unos indicadores de evaluación específicos para el servicio. Estos son instrumentos de medida que nos permiten expresar cuantitativamente aspectos sobre la asistencia, organización o de la gestión y a la vez sirven de guía para evaluar la calidad o la adecuación de nuestra actividad, estos comprenden objetivos, una metodología, un calendario y su respectiva evaluación.

Para nosotros, es de vital interés, conocer las necesidades del medio social y comunitario que fomentan el desarrollo de uno de los principales objetivos como es la Integración de las residentes en su comunidad.

Mediante nuestra incorporación a APPS (Federación Pro personas con disminución psíquica) hemos conseguido formar parte de un colectivo cuya misión es la promoción, potenciación, coordinación y atención de las asociaciones y entidades de iniciativa social que tienen por objeto velar y defender los derechos y la normalización de estas personas en el ámbito territorial de Cataluña.

Este vínculo se amplía con otras asociaciones como son ACELL y KALIDOSKOPI; así como con programas de integración comunitaria. Todo esto ha supuesto una mejora en la asistencia y en la calidad de vida al diversificar la atención con una perspectiva abierta a la comunidad. También, introduce al equipo técnico en un ámbito de trabajo más operativo y especializado.

La participación en los programas de integración comunitaria ha supuesto para las residentes un aumento de su presencia y aceptación en la comunidad, debe tenerse en cuenta, que estos han sido concretamente diseñados para las personas que gozan de un mayor nivel de autonomía no obstante, es necesario hacerlos extensibles a las residentes que requieren un apoyo generalizado.

En la línea de contribuir al desarrollo sobre el tema del envejecimiento en esta población, nos hemos vinculado muy recientemente al proyecto de investigación SENECA patrocinado por APPS. El estudio tiene como objetivo conocer cuales son las necesidades futuras de las personas con retraso mental en Cataluña así como determinar cual es el proceso de envejecimiento para poder proponer a las autoridades responsables de la planificación de servicios datos concretos sobre este periodo de la vida.

Se trata de un estudio longitudinal de cohortes de cinco años de duración con evaluaciones anuales.

CONCLUSIONES Y PERSPECTIVAS DE FUTURO DEL DISPOSITIVO

Dentro de la política sanitaria, unos de los aspectos a los que se está dando mayor importancia es la mejora de la calidad asistencial. Estamos convencidos que las personas con retraso mental en Cataluña merecen ampliamente nuestros esfuerzos para que los servicios específicos dedicados a ellos asuman y mantengan unos índices de calidad técnica y humana tan buenos o mejores que los de los países de nuestro entorno.

Es importante que las previsiones de futuro atiendan las necesidades sociales y comunitarias que van apareciendo.

En los últimos años se aprecia el desarrollo de algunas experiencias y planteamientos interdisciplinares centrados en la comunidad y en la integración social de las personas con discapacidad, la complejidad y sofisticación técnica que en ocasiones requiere un trabajo bien hecho en la habilitación de estas personas, fomenta la especialización, lo que permite enfocar la recuperación física, comportamental y cognitiva de los individuos con discapacidad. No obstante uno de los riesgos más evidentes para los profesionales que trabajan en la habilitación es cerrarse en un reducido número de actividades y competencias personales.

El posible sesgo que genera la alta especialización se relaciona con el olvido de la meta y finalidad de nuestro trabajo, que no es otro que la atención integral y la participación social de la persona.

La integración de personas con discapacidad aparece ligada al concepto de normalización. Este concepto proviene de los países escandinavos y es desarrollado por Wolfensberger en EEUU, fue extendiendo su marco de acción hasta convertirse en una ideología general con directrices detalladas de provisión y evaluación de servicios. La calidad de vida puede considerarse en parte una extensión lógica del concepto de normalización, pues tiene implicaciones sobre las directrices de los estándares de servicios y condiciones de vida (Brown, 1988)9. Vemos que la calidad de vida supone ir más allá en nuestros planteamientos integradores y normalizadores, contemplando este concepto desde la pluralidad de significados entre los cuales no hay que olvidar la percepción que tiene el sujeto sobre su propia vida.

El trabajo de habilitación de estas personas requiere que los servicios trabajen para la promoción de su autonomía y obligan a que se considere a estas, elementos activos en su propio proceso de habilitación y también a que se trabaje porque la misma sociedad reconozca el derecho de ser diferente y aprenda a adaptarse a las necesidades específicas de las personas con discapacidad. Esta noción global de habilitación hacia la independencia requiere por tanto, promover una participación progresivamente mayor de la persona o colectivo en su habilitación, en la evaluación de los resultados y en la mejora del propio proceso.

Uno de los énfasis fundamentales consiste en la autodeterminación de las personas para decidir su propia habilitación, percibiéndose como meta prioritaria la supresión de las barreras físicas o las del entorno que les rodean. Las personas aumentan su calidad de vida conforme aumentan sus oportunidades de participación social, e inclusión en los contextos naturales donde el resto de la gente vive y se desarrolla; la calidad de vida aumenta dando poder a las personas y control sobre aspectos que les implican y que les son propios (figura 3).

Schalock (1994) define el concepto de calidad de vida del siguiente modo:

«Calidad de vida es un concepto que refleja las condiciones de vida deseadas por una persona relacionadas con la vida en el hogar y la comunidad, el empleo y la salud. Como tal, es un fenómeno subjetivo basado en la percepción de la persona sobre varios aspectos de experiencia de la vida, incluyendo características personales, condiciones objetivas de vida, y la percepción de otros significativos».

Los cuatro componentes principales de lo que se denomina «buena vida» Casas (1993)11, los relaciona con los siguientes factores: Competencia conductual, bienestar psicológico, calidad de vida percibida y el entorno objetivo. Componentes que tienen que ver con los aspectos sociales y los indicadores psicológicos.

La figura 4 sintetiza la definición.

Calidad de vida se puede modificar a través de la comunidad, sistemas de servicios, etc. y tiene un impacto en el bienestar del individuo o en su satisfacción personal. Sería precisamente la combinación de factores sociales y psicológicos.

La vida humana en general y la de las personas con deficiencia en particular se ha alargado considerablemente como consecuencia de la mejora de las condiciones médicas y de salud, todo esto ha hecho que en la última década haya aumentado el interés por la creación de servicios y por el desarrollo de investigaciones sobre personas de edad avanzada con disminución psíquica, planteándose la necesidad de proveer servicios y resolver necesidades no planificadas (Verdugo M. A., 1995).

La Liga Internacional de Asociaciones en favor de las Personas con Deficiencia Mental (ILSMI), consideran que especialmente desde el punto de vista de la planificación de servicios, hay que prestar atención a este colectivo a partir de los 45 años. En la mayoría de personas que sufren un retraso mental parece que a los 45 años comienza el periodo en que se manifiesta la disminución de algunas reservas físicas y la aparición del ajuste psicológico de la ancianidad, según refiere (Vázquez de Prada y Toca 1992)12. Así mismo, la Organización Internacional de Trabajo (O.I.T.) también ha fijado esta edad como umbral inferior del envejecimiento (Janicki, 1987)13.

Un tema preocupante que ha dado pie a numerosos investigaciones lo ha constituido la transición del anciano retrasado del hogar a otro tipo de residencia como consecuencia del envejecimiento de la familia de origen con la que vivía (Grant, 1988)14. «El momento en el que se plantea en la familia el problema de la persona retrasada que envejece suele coincidir con la disminución de los medios que los padres son capaces de manejar para hacer frente a esta carga. Este periodo de la vida familiar se ha caracterizado así:

  • El propio envejecimiento de los padres puede producir una degradación de la salud y una disminución de las fuerzas físicas.
  • La viudedad puede tener como consecuencia la pérdida de un cónyuge que ayudaba.
  • La disminución de los recursos (jubilación, pensión de viudedad) reduce las posibilidades de ayuda profesional». (Verdugo, 1995).

En la perspectiva futura de atención a las necesidades sociales y comunitarias detectadas a través de nuestra participación y/o colaboración con asociaciones y entidades dedicadas a este colectivo y teniendo en cuenta las posibilidades de adaptación de nuestro servicio, las propuestas de reconversión del dispositivo van esencialmente dirigidas a cubrir las necesidades del sector de población con retraso mental que envejece y no puede adaptarse a ninguna de las alternativas comunitarias que se les ofrece desde la sociedad.

Vázquez de Prada (1992) y otros así como el Simposium sobre envejecimiento y retraso mental de Oviedo 2000 señalan que los servicios para ancianos con retraso mental deben permanecer dentro del sector de la deficiencia en vez de orientarse hacia el campo de la tercera edad, siendo necesario que converjan las acciones destinadas a la minusvalía psíquica, la tercera edad y la salud mental.

Las ventajas de este servicio residencial especializado se centran en que las características de la programación se ajustan a las necesidades concretas de la población, ritmo más lento, más oportunidades para la selección personal de actividades, más actividades recreativas y de tiempo libre, y una atención incrementada a las necesidades de salud de los sujetos.

El objetivo del dispositivo sería prestar un servicio equivalente al que ofrece su mismo hogar proporcionando una atención integral adecuada a sus necesidades. Dicha propuesta de reconversión vendría determinada por un perfil de usuario adulto.

No sólo las personas afectas de retraso mental sino también las familias van necesitando de recursos que les permitan afrontar situaciones de enfermedad, intervención quirúrgica o descanso psicológico. Por lo que además de la propuesta residencial se podrían asumir estancias temporales dirigidas al mismo perfil de usuario, cuya finalidad sería mejorar la calidad de vida de las familias, ofrecer soporte asistencial y técnico y evitar o retrasar el ingreso en centros de larga estancia, consiguiendo mantener su residencia en el núcleo familiar. Esta opción es comúnmente conocida como «servicio de respiro familiar».

BIBLIOGRAFÍA

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