Informaciones Psiquiátricas - Segundo y Tercer trimestres 2001. Número 164-165 Las actividades de la vida diaria y el paciente psicogeriátrico Francisco Primo Herrero INTRODUCCIÓN Usamos el término A.V.D. para referirnos a un conjunto de actividades cuya realización es necesaria para el autocuidado personal y el mantenimiento de una vida independiente.
Se evidencia un deterioro significativo con el paso del tiempo. Los años de internamiento no justifican un mayor deterioro. Palabras Clave: AVD, Paciente Psicogeriátrico, Evaluación. ABSTRACT Introduction: We use the term Activities of Daily Living (A.D.L.) to frame a group of activities that are essential to ensure personal care and independent living.
Key Words: ADL, Psychogeriatric Patient, Assessment. INTRODUCCIÓN La prolongación de la vida supone, para las edades más jóvenes, un objetivo aceptado. Sin embargo, en los mayores tal fenómeno pierde relevancia, y es sustituido de forma destacada por el concepto de calidad de vida. Precisamente el número y calidad de los años que una persona de edad avanzada puede vivir sin discapacidades ha llevado al desarrollo del término «expectativa de vida autónoma» (O.M.S. 1984). Concepto de envejecimiento Es el conjunto de modificaciones morfológicas, fisiológicas, bioquímicas y psicológicas que aparecen como consecuencia de la acción del tiempo sobre los seres vivos. Concepto de paciente geriátrico Persona generalmente mayor de 75 años, que padece pluripatología crónica, que tiende hacia la incapacidad o invalidez y cuya evolución está condicionada por factores psíquicos y/o sociales. Anciano válido Persona mayor de 65 años con autonomía para realizar las actividades de la vida diaria básicas (AVDB). Anciano asistido Persona mayor de 65 años con un proceso discapacitante, que requiere la ayuda de otra persona para realizar las AVDB. 1. LAS ACTIVIDADES DE LA VIDA DIARIA (A.V.D.) 1.1 Generalidades La capacidad de funcionamiento real de una persona mayor sería definida de una forma incompleta si tan sólo utilizáramos indicadores de salud general. A menudo se asume que el número de problemas de salud correlaciona con el grado de deterioro funcional. Esto no es necesariamente así, dado que existen ancianos que aún viviendo de forma independiente presentan una serie de problemas de salud. Por tanto no es suficiente enumerar, conocer y tratar de forma aislada los problemas médicos que presenta el anciano, sino que es necesario, además, el cómo esos problemas afectan a la capacidad funcional del individuo. Por ello es preciso utilizar y hablar del término o concepto «Actividades de la Vida Diaria» (A.V.D.). Según Fillenbaum (1984), de las esferas funcionales en las que puede desenvolverse una persona mayor, su capacidad para desarrollar las actividades propias de la vida cotidiana sería la más importante de todas. Las AVD determinan en gran medida su bienestar psicosocial, y lo que puede ser más importante, le posibilitan el mantenimiento de su competencia para vivir en su propio hogar y entorno, evitando la institucionalización. Siguiendo al mismo autor Fillenbaum (1987), los datos que nos proporcionan las AVD se utilizan para diversidad de objetivos:
En general el término «Actividades de la Vida Diaria» se usa para referirse a un conjunto de actividades cuya realización es necesaria para el autocuida-do personal y el mantenimiento de una vida independiente. 1.2 Definiciones de A.V.D. Gallagher, Thompson y Levi (1980), las definen como «la capacidad del individuo para llevar a cabo las actividades cotidianas esenciales». Fillenbaum (1984), las describe como «la capacidad para valerse por sí mismo y desarrollar las actividades propias de la vida cotidiana». Patterson y Eberly (1982), las configuran como «un conjunto de conductas instrumentales cuya ejecución regular y apropiada es necesaria para el autocuidado personal y el mantenimiento de una vida independiente». Las AVD son definidas por otros autores como «el conjunto de actividades (funciones físicas rutinarias y cotidianas) que son comunes a todos los seres humanos y que deben ser realizadas regularmente para mantener la independencia de un individuo en su medio normal». 1.3 Clasificación de las A.V.D. Básicas o Físicas (A.B.V.D.): Conjunto de actividades primarias de la persona encaminadas a su autocuidado y movilidad, que la dotan de autonomía e independencia elementales y la permiten vivir sin precisar ayuda continua de otros. Incluye aspectos tales como el comer, uso del retrete, arreglarse, vestirse, bañarse, etc. (en cuanto al autocuidado), así como el traslado de un sitio a otro: como deambular, salir de casa, etc. (movilidad). Instrumentales (A.I.V.D.): Son las que permiten a la persona adaptarse a su entorno y mantener su independencia en la comunidad. Correlacionan mejor con el estado cognitivo y por ello pueden utilizarse para la detección precoz de dicho deterioro (cocinar, usar los transportes públicos, manejar el dinero, usar el teléfono, etc.). Avanzadas (A.A.V.D.): Concepto recientemente introducido por Ruben y cols. (1990), y que engloba una serie de actividades especialmente complejas, segregadas de las AIVD donde inicialmente estaban incluidas. Son conductas elaboradas, de control del medio físico y del entorno social, que permiten al individuo desarrollar un rol social, mantener una buena salud mental y disfrutar de una excelente calidad de vida; incluyen actividad física (ejercicio, deporte, etc.) y actividades sociales (viajes, aficiones, etc.). 1.4 Todas las escalas ABVD son:
2. EVALUACION FUNCIONAL Función es un término muy amplio, que en el contexto de salud abarca cuatro dimensiones del sujeto: la física, la mental, la emocional y la social. El término «funcional» se utiliza más para, dentro de la esfera física, identificar qué grado de independencia alcanza un individuo en las actividades de la vida diaria (AVD) y en la deambulación. La capacidad funcional de una persona es, según la OMS, la capacidad para realizar una vida independiente, y como mejor se mide la salud del anciano es en términos de función. Es ampliamente aceptado que la situación funcional del anciano es uno de los mejores parámetros de medida del estado de salud, además de servir como predictor de morbi-mortalidad y permitir la cuantificación de los recursos sanitarios necesarios. 2.1 ¿Qué entendemos por evaluación funcional? La recogida e interpretación de datos que se refieren al nivel de capacidad de una persona, respecto a las actividades que le son requeridas en su entorno inmediato y su participación como individuo dentro de la sociedad; en pocas palabras «la capacidad funcional de una persona es la capacidad para realizar una vida independiente». El objetivo de la evaluación funcional es cualificar y cuantificar la movilidad y la capacidad para realizar las AVD, entendiendo por AVD aquellos actos necesarios para el normal desempeño de las labores cotidianas. 2.2 La evaluación del estado funcional es necesaria para
OBJETIVOS
METODOLOGÍA a) Material Para el presente trabajo hemos utilizado los cuestionarios de Katz, Barthel y la escala de Crichton. b) Método de aplicación Los cuestionarios empleados han sido aplicados por personal sanitario que conocía perfectamente a las pacientes (este conocimiento personal de la paciente nunca ha sido inferior a un año). Se han realizado dos aplicaciones con un intervalo de cuatro años (en los años 1995 y 1999), a las mismas pacientes y por los mismos observadores. Los cuestionarios se han puntuado, de cara a facilitar el análisis estadístico posterior, de la siguiente forma:
c) La muestra El número de pacientes de la muestra inicial (año 1995) fue de 239 y el de la muestra final (año 1999) de 176 pacientes. Todas ellas pacientes psico-geriátricas (sexo femenino) ingresadas en las distintas unidades (un total de 6) del Complejo Hospitalario San Luis de Palencia.
En la muestra del año 1995 la edad media fue de 75,3 años (mínima 44 y máxima 96). La edad media en la muestra de 1999 (sobre un total de 176 pacientes) fue de 77,5 años. La muestra recoge un total de 7 pacientes con una edad menor de 60 años, dado que se encontraban residiendo en las unidades estudiadas como consecuencia, más que por la edad, por su incapacidad funcional (figura 1).
La muestra del año 1995 presentaba una media de 30,03 años (rango de 1 a 66 años). La muestra del año 1999, una media de 33,68 años (rango de 5 a 70 años) (figura 2).
Los diagnósticos de la muestra quedan reflejados en la figura 3. Como se puede observar más de la mitad de las pacientes tienen un diagnóstico de Esquizofrenia, son pacientes de larga evolución (crónicas) y con un elevado tiempo de internamiento. Le sigue en frecuencia Retraso Mental, con las mismas características de larga evolución y elevado tiempo de internamiento, éstos como diagnósticos más relevantes. Los Trastornos del Humor y los Trastornos Mentales Orgánicos se dan en una proporción similar entre sí. En Otros Diagnósticos hemos incluido los de frecuencia escasa (T. de la Personalidad, T. por Consumo de Sustancias, Epilepsia y T. Neuróticos). RESULTADOS a) Descriptivos
b) Comparativos y Multivariantes
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CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA Baztan JJ, Pérez del Molino J, Alarcón T, San Cristóbal E, Izquierdo G y Manzarbeitia J (1993). «Índice de Barthel: instrumento válido para la valoración funcional de pacientes con enfermedad cerebrovascular». Rev. Española de Geriatría y Gerontología, 28, 32-40. Cid-Ruzafa J y Damián Moreno J (1997). «Valoración de la capacidad física: El índice de Barthel». Rev. Española de Sanidad Pública, 2, (71), 127-137. Cruz Jentolt AJ (1991). «El índice de Katz». Rev. Española de Geriatría y Gerontología, 26, (5), 338-348. Ezquerra Iribarren JA (1998). «Instrumentos de valoración funcional en demencias». Informaciones Psiquiátricas, n.o 153-154. Gamboa B, Morlanes T, Galindo J, Cucullo JM y Calvo MJ (1992). «Uso de las escalas de actividades de la vida diaria en un hospital de día geriátrico». Rev. de Gerontología, 2, 117-120. Gutiérrez Rodríguez J, Galeano Arbo-leya R y Solano Jaurrieta J (1998). «Evaluación de las actividades instrumentales de la vida diaria. Análisis de algunas variables que influyen en su medición». Rev. Gerontología, 8, 13-19. Portella E y San José A (1996). «Instrumentos de valoración funcional en Gerontología». Rev. Gerontología, 6, 209-214. Santander F (1998). «Introducción
a la valoración Psicogeriátrica». Libro de Ponencias.
Congreso de Psicogeriatría. Vitoria.
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