Informaciones Psiquiátricas - Primer trimestre 2000. Número 159

Psicodramas de pareja y familia

P. Población Knappe, M.D.
Director del Instituto de Técnicas de Grupo y Psicodrama (I.T.G.P.)

RESUMEN

El autor hace una revisión de la práctica de la terapia de pareja y de familia desde los distintos modelos de aplicación del psicodrama. Los distribuye en cuatro grupos psicodramatistas morenianos ortodoxos, psicoanalíticos, freudianos o lacanianos y sistémicos, comparando su orientación y sus técnicas desde ocho ítems.

Palabras claves: Terapia de pareja; Psicodrama; Sociodrama

SUMMARY

The author makes a review of couple and family therapy practice from the different models of Psychodrama application. He distributes them in four groups: orthodox morenian psychodramatists, psychoanalytics, Freudians or Lacanians and systemics, comparing their orientation and technics from eight items.

Key words: Couple and family therapy; Psychodrama; Sociodrama

INTRODUCCIÓN

Los últimos 30 años han mostrado un incremento progresivo del interés por las terapias familiares. Desde una concepción de la familia como foco de la atención terapéutica se pasa cada vez más de la atención al paciente como individuo a su consideración como simple P.I. o punto de ruptura de una familia enferma o disfuncional.

Los paradigmas sistémicos, llámese Teoría General de los Sistemas (Von Bertalanffy), cibernética (N. Wiener) o estructural, nacen allá por los años 40 y se convierten en un marco general de concepción del hombre como ente psicosocial. La consecuencia natural, es la tendencia a tratar los sistemas de relación y ver a la familia como el conjunto o sistema que exige una atención privilegiada.

Haley (en Tácticas de poder de Jesucristo) sitúa el nacimiento de las terapias familiares en 1960. A partir de ahí surgen distintas escuelas que Espina Barrio (Tesis doctoral, 1992) clasifica en 5 tipos (tabla I).

Las terapias familiares se convierten en paradigmas o moda científica en los ambientes terapéuticos, llegando incluso a tomar una posición entre los hábitos socialmente aceptados. Y al prescindir del paciente individualizado y focalizarse en el grupo familiar se recurre necesariamente a una posición distinta del terapeuta que se reconoce como parte del grupo en juego y también, por supuesto, a nuevas técnicas que se deslizan cada vez más del manejo o manipulación de sólo los modos comunicacionales verbales a la introducción de vías instrumentadas en la acción, a las que se denomina escenificación, escultura, etc.

Nos encontramos así con terapeutas que consideran necesario tratar la red de relaciones del grupo familiar, primándolo sobre el P.I. y cuyas técnicas se basan cada vez más en la acción. Los psicodramatistas nos podemos sorprender y alegrar de esta re-creación, de este inventar de nuevo el psicodrama y, muy especialmente, el psicodrama familiar. Debemos sentirnos de enhorabuena al recuperar para la praxis lo que era uno de los intereses más destacados de Moreno desde que inició su exploración del hombre, es decir, la familia.

Ya en 1922, aún en Viena, Moreno describe el Tratamiento Psicodramático de un comportamiento neurótico infantil que se inicia con psicodrama simbólico y concluye con escenas dramatizadas en las que intervienen la madre y el hijo. Su interés por la familia es una constante y en 1933 publica Psychological Organizations of Groups in the Community donde describe por primera vez los principios de la terapia familiar; reproducimos el párrafo:

La estructura dinámica de la familia no se ha valorado hasta ahora sino desde el punto de vista del individuo, como es habitual en psicoanálisis. No se ha tenido en cuenta el punto de vista del grupo total. El ejemplo clásico de esto es el complejo de Edipo, el psicoanálisis de Edipo Rey, que se limita a la persona de Edipo. Pero para comprender el drama real de Edipo en su totalidad, Freud tendría que haber analizado a toda la familia de Edipo y realizar un análisis total de todas las personas del drama y de sus relaciones recíprocas; el análisis de su padre Layo, de su madre Yocasta, Edipo y Layo, Edipo y Yocasta, Layo y Antígona. En el enredo entre estas tres personas se refleja la situación edípica de forma diferente en cada una de ellas y se prevé la constelación de toda la familia edípica. Lo que se llama complejo de Edipo y lo que se podría llamar complejo de la familia edípica son cosas distintas. Pero en la psicoterapia de grupo lo importante es justamente el complejo de la familia edípica, como grupo.

En 1936, en «Un caso de neurosis de angustia complicada con un conflicto conyugal»1, trata al conjunto de la pareja, llevando a cada conyuge a actuar como yo-auxiliar o terapeuta del otro, y restando el psiquiatra como mediador. En este trabajo introduce conceptos que actualmente se consideran fundamentales, como aceptar la subjetividad de cada miembro como su realidad personal que será la que presenta y represente, el encuentro de las escenas internas de los miembros de la pareja, que llama teleconexión, el origen de la perturbación de un sujeto como consecuencia de haberse sentido compelido dentro de la dinámica de su familia de origen a restablecer el equilibrio entre su padre y su madre. Utiliza las técnicas de improvisación, representación de escenas reales, imaginarias y sueños, etc. Ya en este caso incluye el concepto de neurosis interpersonal, que maduraría en publicaciones posteriores. Hablando del marido, dice:

«La neurosis de espacio y tiempo de Roberto se había desarrollado ya plenamente antes de que conociese a su mujer, pero el matrimonio influyó en sus relaciones y produjo un segundo estado, una neurosis interpersonal, conyugal, que recubrió a la primera. La actuación del segundo estado trazó el camino para el tratamiento del primero. Se utilizó a la mujer como mediador terapéutico que adoptó a veces, frente al paciente, la posición del psiquiatra, mientras el propio paciente ocupaba, como auxiliar terapéutico ocasional, el lugar del psiquiatra en relación con su mujer».

La función del ego auxiliar consiste en preparar el terreno a la vivencia decisiva que tendrá lugar entre los protagonistas.

Un dato curioso es que, por lo que sabemos, éste fue el primer caso de la historia de la psicoterapia cuyo protocolo se recogió íntegramente con el uso de un magnetófono.

En 1937, en la Revista Sociometry, cristaliza sus conceptos de Terapia Interpersonal que reproduce en Las bases de la psicoterapia. En un artículo sobre terapia de un triángulo matrimonial, dice:

«Existe un área, intermedia entre la de los individuos aislados y la de las agrupaciones promiscuas de individuos, en la que reina una peculiar intimidad; se trata de conjuntos altamente estructurados de personas unidas por lazos tradicionales o emocionales de larga data, tales como los matrimonios, los miembros de una familia, las parejas de amantes, los amigos íntimos o los asociados en negocios. Cuando se producen conflictos entre los miembros de tales grupos hace falta formas de tratamiento capaces de alcanzar los síndromes interpersonales de una manera tan profunda, o aún más que cuando se trata de personas aisladas. La terapia interpersonal representa una categoría especial de terapia, bien podríamos clasificarla separadamente de la psicoterapia individual y la de grupo».

No puede ser más claro y concreto Moreno en su calificación de la familia y otros grupos humanos como redes de relación interpersonales que es preciso tratar con una óptica centrada en estas redes y no en éste o aquel individuo, pues es consciente de que «Yo no estaba tratando a una persona o la otra sino una relación interpersonal, lo que podría llamarse una Neurosis interpersonal», insistiendo que cualquiera de ellos puede estar sano o enfermo pero que el objeto de la terapia debe ser ese otro estado o situación conflictiva interpersonal: «La esencia del procedimiento no era tanto producir una catarsis a través de su relación (se refiere al médico) con la paciente, como ayuda a producir una catarsis entre los participantes reales del conflicto, el hombre, la esposa y la otra mujer, es decir, devolver la salud (o la funcionalidad o la espontaneidad) o convertir en un universo abierto a aquella red de relaciones entre aquellas personas que: «Es como si en el curso de los años hubieran desarrollado una larga cadena finamente entrelazada de estados en cierto modo inconscientes» (co-inconsciente). Insiste, en que es esa malla de relaciones en parte consciente y en parte inconsciente, lo que es preciso abordar con el psicodrama, o como dice en otro momento: «Los medios sociométricos (refiriéndose a las redes sociométricas) pueden ser empleadas para el diagnóstico y terapia familiar». Estos grupos familiares, como otros, tienen una estructura sociométrica cuyas bases se establecen en función de distintos factores desde el primer encuentro. La pareja se constituye desde el principio con una determinada estructura vincular que se establece con un condicionante altamente significativo pues permanece como base de la familia que puede crecer a partir de tal pareja. Tal red puede no mostrarse desde el principio lo que no obsta para que desde su situación oculta sea la estructura básica para bien o para mal de aquella familia.

La función del terapeuta es definida como lo que desde la epistomología sistémica se denomina elemento del sistema terapéutico, ya que como nos dice Moreno: El terapeuta debe transformarse en actor participante y movilizar la propia personalidad para prestar ayuda3, con lo que se adelanta y coincide con las muy últimas corrientes de la terapia familiar sistémica.

Aunque podría continuar aportando datos de la obra de Moreno, voy a terminar con una frase que me parece definitiva: «Cuando dos personas viven juntas y se encuentran diariamente, entonces comienza la verdadera situación dramática».

Ackerman, comentando a Moreno4 resume en su párrafo todo lo anterior cuando escribe:

«Se contempla ahora la salud mental como un fenómeno que no se reduce a lo que existe dentro de una persona, sino como algo que debe ser valorado dentro de una persona, entre personas, en el grupo en que transcurre la vida familiar y en las estructura de las relaciones sociales en la comunidad entera».

Moreno sienta pues, con una notable antelación a la moda actual, las bases de la terapia de pareja y familia como sistemas relacionales disfuncionales que exigen un tratamiento per se o por el surgimiento en ella de un punto de fractura o paciente identificado. Los protocolos que publica son muy numerosos como clara expresión de su interés por el tema. Sin embargo, mi impresión es que por razones que quizá no tenga lugar considerar en este momento, la mayoría de los psicodramatistas consideran este campo de intervención como menos importante o interesante que otros, ya que las publicaciones sobre este tema son bastante escasas, sólo en los últimos 10 o 15 años, vuelve a retomarse, quizás estimulados los psicodramatistas por el auge de la terapia familiar sistémica.

Quizás más que el número de publicaciones sobre el tema nos puede interesar las diferencias que encontramos dentro de los varios enfoques que surgen dentro del psicodrama en función de una línea que va desde una ortodoxia hasta aquellos modos lo suficientemente heterodoxos como para que algunos autores se pregunten si es aún psicodrama. Incluyo aquí todas estas modalidades en cuanto en mi opinión todas ellas sí son psicodrama y precisamente su diversidad enriquece y hace crecer la obra de Moreno.

A partir de los trabajos que publicó Moreno de terapia con parejas y familias, otros psicodramatistas toman el testigo de la investigación y práctica terapéutica en estas áreas. Pertenecen a escuelas con diversas posiciones teóricas y técnicas y siempre dentro del psicodrama más próximas o más alejadas de lo que podríamos considerar la ortodoxia moreniana.

Tras estudiar las publicaciones de una serie de autores sobre psicodrama de parejas y/o familiares, me he atrevido a hacer una clasificación en cuatro apartados como una primera aproximación al tema. No se trata en absoluto de una revisión exhaustiva de la bibliografía, sino de un muestreo en el que quedan fuera incluso figuras importantes, y que nos parece suficiente para esta presentación.

Al encajar a los autores en un determinado apartado nos encontramos con diferencias formales en los enfoques de los que incluimos bajo un título dado, pero consideramos que concuerdan suficientemente en los sustancial. No tenemos la sensación de embutir a la fuerza los datos sino de hallar suficientes puntos de encuentro como para poder formar subgrupos con entidad propia supraindividual y evitar, por otra parte, una excesiva atomización.

A los cuatro apartados les damos los títulos de:

  1. Psicodramatistas morenianos ortodoxos.
  2. Psicodramatistas psicoanalíticos (o psicoanalistas psicodramáticos).
  3. Psicodramatistas freudianos.
  4. Psicodramatistas sistémicos.

Intentaré aclarar un poco más allá lo que significa cada una de estas denominaciones. En Psicodramatistas morenianos ortodoxos integro a aquellos autores que en líneas generales se ajustan a la teoría y práctica del psicodrama dentro de las coordenadas morenianas, aunque, como producto natural y necesario de la evolución histórica posterior a Moreno, hayan ido introduciendo sus propias aportaciones tanto en el área teórica como técnica. En el apartado Psicodramatistas psicoanalíticos que, en algún caso sería más apropiado quizás denominar psicoanalistas psicodramáticos, incluyo a los autores que parten de un encuadre psicoanalítico para, desde ahí, integrar más o menos aspectos del psicodrama, desde sólo la teoría de la escena hasta las meras técnicas. Psicodramatistas freudianos son los que, desde las formulaciones psicoanalíticas de Lacan usan también técnicas psicodramáticas. Como Psicodramatistas morenianos sistémicos clasificamos aquellos profesionales que consideran las teorías de Moreno isomórficas a las sistémicas o que, al menos, buscan una integración de psicodrama y terapia familiar sistémica.

Insistimos en que dentro de cada grupo nos limitamos a tomar algunos autores sin más significación que aparecer como referentes del modelo que utilizan, aparecen reseñados, en la primera columna de los gráficos.

A estos cuatro grupos haremos preceder al propio J. L. Moreno.

En cada grupo revisamos los siguientes ítems:

  1. Denominación que dan a su trabajo.
  2. Apoyo teórico de su praxis.
  3. Conceptos que manejan de la pareja y de la familia y de sus conflictos.
  4. Terapeutas (número y cualidad).
  5. Funciones del terapeuta.
  6. Vías terapéuticas.
  7. Técnicas utilizadas.
  8. Objetivos perseguidos

(ver tablas II y III).

Con independencia de las conclusiones que cada cual pueda obtener de la lectura de las tablas, nosotros queremos resaltar lo que nos parece que merece destacar como factores que se comparten desde distintos encuadres y también las diferencias significativas.

En una primera revisión y desde una visión superficial sólo parece compartirse escasamente dos factores: a) la concepción de la pareja y familia como estructuras o redes de relaciones interpersonales, aunque se utilicen distintos lenguajes para expresarlo y b) el uso de técnicas psicodramáticas aunque los psicoanalistas introduzcan también técnicas psicoanalíticas y los sistémicos técnicas desarrolladas en este campo.

Si se profundiza algo más también aparece un paralelismo en la consideración de que la estructura de la pareja puede nacer con pautas disfuncionales o que los conflictos aparezcan a lo largo de su evolución histórica como consecuencia de factores intrínsecos o extrínsecos a la pareja o familia.

De todos modos, en cuanto que los psicoanalistas parten de que la estructura de pareja nace del encuentro de las escenas infantiles de sus componentes y de ahí el origen de sus conflictos, y que tanto los morenianos como los sistémicos aceptan que el conflicto puede aparecer como neurosis interpersonal aunque A y B sean personas sanas, hay una cierta disensión en estas áreas.

Curiosamente todos parecen estar de acuerdo (quizá con la excepción de algunos lacanianos) en que el/los terapeuta/s forman parte o están implicados en el tejido terapéutico.

Las diferencias se marcan sobre todo entre el grupo de los psicoanalistas psicodramáticos y los morenianos y sistémicos:

  1. Denominación de estas terapias como psicoanálisis de pareja y familia en los primeros y psicodrama, psicoterapia psicodramática o sociodrama de pareja y familia en los segundos.
  2. Las bases teóricas desde la que se coincide la estructura y conflictos de estos entes: red sociométrica, de roles o escenas, en unos y conflictos edípicos en los otros.
  3. Las funciones del terapeuta, en los psicodramatistas se contempla como Director psicodramático en cuanto instrumento y en los psicoanalistas como depositarios de identificaciones, modelo y terapeuta que debe clarificar con sus interpretaciones y señalamientos.
  4. Las vías terapéuticas serían en un caso la catarsis interpersonal y en el otro insight, siendo la catarsis un puro epifenómeno.
  5. Los objetivos que se persiguen en la terapia también difieren en su enunciado: en unos la recuperación de la espontaneidad del grupo y de los individuos y la modificación de las reglas familiares y en los otros la resolución de las situaciones edípicas. Los lacanianos se apartan de ambos y persiguen el encuentro de cada miembro de la pareja con su soledad óntica.

  1. El equipo terapéutico está conformado en los morenianos por el Director Psicodramático con o sin yo-auxiliares y en los psicoanalistas por una pareja heterosexual en coterapia.
  2. Por último, el acento en el trabajo terapéutico se centra en unos más en el aquí-ahora y en los otros más bien en el análisis de situaciones biográficas de la infancia.

En resumen, en aquellos que utilizan el psicodrama de cualquier forma en el tratamiento de la pareja y familia creemos que se puede destacar, trascendiendo aspectos de menos relevancia o diferencias secundarias:

  1. La concepción de estos grupos como una totalidad a tratar como tal. Solamente los freudianos parece que consideran que la patología está intrínsecamente relacionada con ese formar un nuevo ente y buscan la curación en el encuentro de cada miembro de la pareja con su soledad óntica como camino de salud.
  2. En íntima relación con lo anterior aparece la importancia de la lectura de la estructura de la pareja y familia, llámese red sociométrica, drama interno y/o externo, o escenas internas y externas. En algún caso, como el del propio Moreno, con el añadido de la importancia que tiene el contexto o redes sociales en que se encuentra inmersa la pareja en sus modos funcionales.
  3. Parece cada vez más utilizado el concepto de escenas para la lectura de la estructura y desarrollo del drama familiar. Desde Moreno, pasando por Martínez Bouquet y nosotros mismos, entre otros muchos, el concepto de escena se ha ido perfilando y perfeccionando, acercándose cada vez más al concepto de sistema, enunciado por Von Bertalanffy.
  4. El concepto de escena obliga a una síntaxis tridimensional del objeto terapéutico que a su vez obliga a su tratamiento desde la acción, como lenguaje perteneciente a dicha sintaxis tridimensional (o tetradimensional si consideramos el tiempo como otra dimensión).
  5. El concepto de curación va por ello también irremediablemente unido a la modificación no de uno de los miembros (P.I.) sino de todo el grupo (catarsis grupal, catarsis sociométrica, o resolución de los conflictos edípicos de la estructura).
  6. La consideración del psicodramatista como co-experimentador, como parte del grupo en tratamiento, desde la incidencia que tienen sus propias escenas internas en el mismo, ya que estas escenas internas del terapeuta se engarzan inevitablemente con las del grupo, dan un estilo sui generis de actitudes y conductas y condicionan sensiblemente el proceso terapéutico.

Lo que nos parece evidente es que el psicodrama aparece como una vía muy útil, si no privilegiada, para tratar los conflictos de pareja y familia y por esto quiero estimular a todos a ocuparse de estos grupos en su práctica profesional.

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Nota a la introducción: Este trabajo ha sido corregido y actualizado para su publicación. Fue presentado como introducción a la Ponencia en la X Reunión de la Asociación Española de Psicodrama.

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