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Informaciones

Psiquiátricas

2019 - n.º

237

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Introducción

La discapacidad intelectual (DI) es una

condición que comienza durante el desarrollo

y que se define por limitaciones del funciona-

miento intelectual y deficiencias en el com-

portamiento adaptativo. Tiene una prevalen-

cia global del 1% de la población general.

Es frecuente la comorbilidad con trastornos

mentales, físicos o médicos. Así, es frecuente

encontrar: trastorno de movimientos estereo-

tipados, comportamientos autolesivos, tras-

tornos del control de los impulsos, etc. En los

casos más graves también se puede asociar

auto y heteroagresividad. (1)

Para algunos autores entre el 20-35% de

las personas con discapacidad intelectual no

institucionalizadas presentan un diagnóstico

psiquiátrico adicional (2).

Para Sadock (3), hasta dos tercios de los

niños y adultos con discapacidad intelectual

padecen otros trastornos mentales. Cuanto

más grave es la discapacidad, más alto es

el riesgo de padecer otros trastornos men-

tales. Entre el 2 y el 3% cumplen criterios

de esquizofrenia (varias veces mayor que la

tasa de la población general). Hasta el 50%

padecen trastornos del estado de ánimo. Los

síntomas psiquiátricos son muy frecuentes:

hiperactividad, conductas autolesivas (gol-

pearse, morderse), comportamientos este-

reotipados repetitivos, etc. Rasgos de per-

sonalidad frecuentes incluyen: autoestima

baja, autoimagen negativa, baja tolerancia

a la frustración, dependencia interpersonal y

estilos rígidos en la resolución de problemas.

Los síntomas psiquiátricos aislados, que

habitualmente se entienden como alteracio-

nes del comportamiento, son muy frecuentes

en esta población. Para Emerson (4), entre el

10 y el 15% presentan alteraciones de con-

ducta. Otros autores elevan la tasa hasta el

46 y 60%.(5).

Existen varios instrumentos de medida de

las alteraciones de conducta en pacientes

con trastornos mentales; en este estudio he-

mos utilizado la OAS (Overt Agession Scale)

(6), instrumento que se adapta perfectamen-

te a la definición de la Asociación Mundial

de Psiquiatria (WPA) (5): “Un problema de

conducta (PC) en la persona con discapaci-

dad intelectual se define como un comporta-

miento socialmente inaceptable que provoca

angustia, daño o desventajas para la propia

persona y los demás o daño a la propiedad, y

que por lo general requiere algún tipo de in-

tervención. Son problemas de conducta, por

ejemplo, la agresión verbal, la autoagresión,

la agresión física hacia otras personas o ha-

cia la propiedad”.

Respecto al uso de psicofármacos en esta

población también existen resultados dispa-

res, aunque el uso es muy frecuente. En una

revisión sobre el tema, recogiendo datos de

más de 30 estudios, se reconoce que el 57%

de las personas con discapacidad intelectual

los toman si están institucionalizadas, el

41% en el entorno comunitario y el 27% en

la escuela (7).

En otro trabajo se señala que entre el 14-

30% de los pacientes reciben psicofármacos

para tratar problemas de conducta de tipo

agresivo (8).

En un trabajo realizado en España (9) se

encuentran cifras más elevadas: el uso de

psicofármacos y antiepilépticos en un Hos-

pital Psiquiátrico en personas con DI era del

87,2% y en un Centro Residencial del 62,7%.

Objetivo

En una población de personas con disca-

pacidad intelectual adultas ingresadas en

un centro residencial, conocer las caracte-

rísticas de los problemas de conducta en sus

ALTERACIONES DE LA CONDUCTA EN PERSONAS CON DISCAPACIDAD INTELECTUAL

ADULTAS INGRESADAS EN UN CENTRO RESIDENCIAL