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Informaciones

Psiquiátricas

2018 - n.º

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persona. El padre del psicoanálisis desafía

esta visión señalando que el yo tiene limi-

taciones en su capacidad organizativa e in-

tegradora, y que resulta debilitada ante los

envites de las demandas instintuales. Aquí

tenemos el instinto de muerte. Y como Freud,

Foulkes creía en el

Thanatos

, o al menos en

la universalidad de los procesos destructivos

y autolesivos, pero, al contrario que Freud,

no incorporó esta visión en su modelo teó-

rico. Nosotros, en nuestro trabajo diario, sí

lo incorporamos, sin abandonar una mirada

y énfasis en las partes completas (la idea

de matriz grupal, siendo quizá el más claro

ejemplo de la predisposición de Foulkes a fu-

sionar elementos independientes), pero in-

cluyendo conceptos postkleinianos que nos

ayudan a entender los impulsos destructivos

como fuerzas movilizadoras de las relacio-

nes interpersonales. Por ejemplo, las ideas

de Melanie Klein sobre los mecanismos de

defensa de proyección, escisión e identifica-

ción proyectiva, que nacen de la envidia y la

agresividad más primitiva, son importantes

aspectos del devenir grupal:

Ante la realidad de dos futuras altas

terapéuticas de las que comienza a ha-

blarse en uno de los grupos de alcohol,

Oriol se mantiene callado desde que se

mencionaron a los dos candidatos al alta.

Son otros dos miembros los que, una

vez cumplidos los objetivos terapéuti-

cos acordados, abandonarán el grupo en

2-3 meses. Ante su silencio y semblante

serio, los miembros le preguntan qué le

sucede, a lo que Oriol responde, apretan-

do los dientes, que “él tendría que ser

el siguiente, el primero en marchar. Lo

merezco”. Se dirige al terapeuta cuestio-

nando no estar entre los candidatos al

alta, hablando de “tiempos de tratamien-

to, de la normativa que él ha cumplido

siempre” Esto da paso a que los que ten-

drán el alta hablen de sus miedos ante

esa futura marcha, de lo que supone que

les llegue el turno de ser “los primeros”,

de la responsabilidad que sienten al ser

“los mayores”, y el temor de quedarse

sin el apoyo del grupo (“independizarse,

separarse”). Ambas aportaciones, tan-

to de Oriol como de los que marcharán,

permiten que pensemos en la diferencia

entre hablar de lo interno (sentimientos,

temores, alegrías) y hablar de lo externo

(normas, tiempos), y potenciar el trabajo

de insight individual y grupal de lo que

supone “estar de alta” o “quedarse”.

La envidia nace de una herida narcisista,

como podemos ver en este ejemplo, y apa-

rece con frecuencia en el seno del grupo

de terapia: Estar en un grupo confronta al

individuo con la diferencia, ya que la com-

paración con otros miembros de grupo, in-

cluido el terapeuta, es inevitable. El grupo

está siempre maduro para recoger el fruto de

la envidia, pero nuestra labor es reconocer

las capacidades de sus miembros, y de este

modo contrarrestar esos sentimientos de en-

vidia, y las subsecuentes vergüenza y humi-

llación. W. Bion (1980)

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aplica directamente

estos conceptos al estudio de las dinámicas

de grupo, describiendo tres

supuestos bási-

cos

, o estados primitivos de funcionamiento

grupal, que amenazan el cumplimiento del

objetivo del trabajo grupal. La propia y trau-

mática experiencia de Bion como soldado,

enfrentándose a la pérdida y viviendo en car-

ne propia los horrores de la 1ª Guerra Mun-

dial, puede que fuera la base de su posterior

interés en la dinámica grupal, ya que en sus

escritos autobiográficos él ya describe las

regresiones que sufrió durante esta etapa.

Su teoría sobre grupos toma como base esa

regresión a un estadio anterior a lo mental.

LOS SOLDADOS PERSAS DE LAS CORTINAS DE FOULKES,

O LA AGRESIVIDAD EN TERAPIA DE GRUPO