INFORMACIONES PSIQUIÁTRICAS 229 - page 16

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Informaciones
Psiquiátricas
2017 - n.º 229
miento o apatía, por ejemplo, para definir
las consecuencias del DCA. Por lo tanto, el
familiar llevará acumulado un extenso baga-
je de ideas, emociones, sensaciones, viven-
cias, expectativas, experiencias en definiti-
va, que tendrán su influencia sobre la nueva
relación que se está gestando con el equipo
rehabilitador.
El Paciente
En cuanto al propio paciente con daño
cerebral adquirido, debemos tener en cuen-
ta, no sólo algunos de los aspectos que se
abordaron en relación con los familiares y
representantes directos (ej: las expectati-
vas, la posibilidad de negación, la hostili-
dad, etc.), sino las propias particularidades
de una persona que ha sufrido daño neuro-
lógico y puede mostrar una afectación, no
sólo de sus capacidades físicas y sensoriales
sino también de sus capacidades cognitivas
y emocionales.
A diferencia de buena parte de la pobla-
ción con patologías igualmente graves, que
comportan un menor o mayor grado de disca-
pacidad, la persona con daño cerebral adqui-
rido va a sufrir en muchos casos limitaciones
en la capacidad para atender, comprender y
procesar la información proporcionada por
el clínico, dotarle de un valor emocional y
tomar la decisión más adecuada. No sólo
esto; como veremos más adelante, del mis-
mo modo el paciente con DCA podrá tener
dificultades en el procesamiento de la infor-
mación sobre su propio estado actual, lo que
supondrá un reto incluso mayor. Las altera-
ciones neuropsicológicas en esta población
se enmarcan en un continuo que irá desde la
afectación leve o la preservación total de los
procesos cognitivos hasta un deterioro cog-
nitivo grave o una alteración severa del nivel
de alerta, que le impida, o por lo menos le
dificulte sobremanera, atender y recibir una
mínima información del entorno.
Así pues, de cara a cualquier interacción
entre el equipo y el paciente, sobre todo
en relación con aspectos fundamentales del
proceso rehabilitador como la negociación y
el establecimiento de objetivos, la necesidad
de implicarle de forma activa en su recupe-
ración, la toma de decisiones en situaciones
poco claras y la transmisión de información
sobre el pronóstico, será importante con-
tar con un adecuado conocimiento, no sólo
de las necesidades, deseos, actitudes, ex-
pectativas y características personales del
paciente, sino también de sus dificultades
neuropsicológicas presentes. Con respecto a
este punto, debemos enfatizar que, del mis-
mo modo que los objetivos de tratamiento
deben ajustarse a las particularidades de
cada paciente, dada la gran heterogeneidad
del daño cerebral adquirido y de las caracte-
rísticas personales, así debe ocurrir también
con la transmisión de información relevante,
el modo de hacerlo y la participación de éste
en la toma de decisiones.
La guía general será hacer partícipe al pa-
ciente de toda la información significativa
para él, así como de todas las decisiones
relevantes que se tomen en torno a la re-
habilitación, pero adaptando aspectos como
la cantidad de información proporcionada, el
marco y las personas presentes, el momento
o los tiempos en los que se le proporciona a
sus capacidades. La ética profesional debe
prevalecer ante todo y no debemos olvidar
que es el paciente, y no sólo su familia y
entorno, el principal protagonista y que,
en cualquier caso, incluso en los pacientes
más afectados cognitivamente, será posible
adaptar nuestra intervención de tal modo
que favorezcamos al máximo posible su ca-
pacidad de autodeterminación.
Margarita Pascual Darlington / David De Noreña Martínez
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